El Sauce Que Dejó de Llorar



En una llanura junto a un pequeño riachuelo, había un sauce que lloraba. Sus lágrimas caían abundantes como un río, formando un pequeño charco que se llenaba lentamente. Hace mucho tiempo, el sauce estaba rodeado de arrayanes, coigues, laureles, jóvenes hualles, maquis, chilcos y notros. Juntos, formaban un hermoso bosque que vibraba con risas y cantos.

Un día, los arrayanes, curiosos por las lágrimas del sauce, se acercaron y le preguntaron:

"¿Por qué lloras todo el tiempo, querido sauce?"

El sauce, con un suspiro profundo, respondió:

"Es que tengo nubes de tristeza en mi corazón. Me siento solo y este riachuelo no me entiende."

Los arrayanes, preocupados, decidieron hacer algo para ayudar. Se reunieron y pensaron en una forma de alegrar al sauce. Así que comenzaron a susurrar entre ellos y, después de un buen rato, el arrayán más viejo propuso:

"Hagamos una fiesta. Invitemos a todos los árboles y las flores del bosque para que el sauce se sienta querido."

Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron manos a la obra. Se decoraron con hojas brillantes y flores de colores; los coigues trajeron melodiosas melodías, mientras que los chilcos prepararon un rico banquete lleno de frutos frescos.

El día de la fiesta, el sauce se sintió sorprendido al ver a todos sus amigos reunidos a su alrededor. Más que triste, se sentía un poquito mejor. Los árboles empezaron a bailar al ritmo de la música, mientras las flores desplegaban sus pétalos al sol.

"Mirá cómo bailan todos, sauce, ven a bailar con nosotros!" - gritó un joven huallén.

Sin embargo, el sauce todavía sentía unas pequeñas nubes grises en su interior. Entonces, un pequeño notro, que siempre había sido su amigo, se acercó y le dijo con dulzura:

"Sos parte de nosotros, no estás solo. A veces, todos nos sentimos un poco tristes, pero juntos podemos alegrarnos. ¿Te gustaría compartir lo que sientes?"

El sauce miró a su alrededor, sintió el cariño en el aire y decidió abrir su corazón:

"A veces creo que soy demasiado diferente de los demás, mis lágrimas son diferente a su risa..."

"Pero esas lágrimas son parte de la belleza del bosque, sauce. Sin ellas, nuestro rincón no sería el mismo."

Esa noche, mientras los árboles cantaban y disfrutaban de la compañía, el sauce comenzó a notar algo. Con cada risa, sus lágrimas se transformaban en gotas brillantes que caían sobre el suelo, alimentando a las plantas alrededor. Con cada lágrima que caía, un nuevo brote nacía, llenando el bosque de vida.

Finalmente, el sauce entendió que no debía sentir vergüenza por ser diferente. Más bien, sus lágrimas eran un regalo que mantenía vivo el bosque. Con una gran y renovada energía, el sauce dejó de llorar, pero en su lugar, sonrió con alegría y comenzó a reír en medio de la fiesta. Y así, el sauce que llora se convirtió en el sauce que alegra.

Desde ese día, cada vez que el sauce caía en un estado de melancolía, recordaba la fiesta y a sus amigos, y sus lágrimas se convertían en risas compartidas que rejuvenecían el bosque. Y así, el bosque floreció como nunca antes, más unido y vibrante gracias al sauce que dejó de llorar pero nunca olvidó cómo sentir.

FIN.

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