El Secretito de la Letra Cursiva
Había una vez en un pequeño y colorido pueblo llamado Letrasville, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño curioso que siempre quería aprender cosas nuevas. Un día, mientras exploraba la biblioteca del pueblo, encontró un libro antiguo y polvoriento titulado "El secreto de la letra cursiva".
"¿Qué será la letra cursiva?", se preguntó Mateo mientras hojeaba las páginas.
Mateo se sentó en una mesa y comenzó a leer. Rápidamente se dio cuenta de que la letra cursiva era un estilo especial de escribir, que hacía que las palabras parecieran bailar sobre la página. En el libro, una pequeña hada llamada Cursivita hablaba sobre cómo la letra cursiva podía hacer que cada carta llevara un pequeño secreto.
"¡Hola!", dijo Cursivita, apareciendo como un destello de luz en medio de las páginas.
Mateo se sorprendió y casi se cae de la silla.
"No temas, soy Cursivita, y he venido a ayudarte a descubrir el arte de la letra cursiva. "
Mateo sonrió emocionado.
"¿Me enseñarás a escribir en cursiva?" - preguntó entusiasmado.
"Por supuesto, pero hay algo que debes saber primero. La letra cursiva tiene su propio ritmo y magia. Solo aquellos con corazón abierto pueden aprenderla correctamente", respondió Cursivita.
Y así, comenzaron las lecciones. Juntos, el niño y el hada pasaron horas practicando las curvas y los giros de cada letra. Cursivita le enseñó que la letra cursiva no solo eran líneas y bucles, sino que cada letra contaba una historia, una emoción. Para Mateo, escribir en cursiva se convirtió en un juego divertido.
Un día, mientras practicaban, Mateo se dio cuenta de que en su cuaderno estaba escrita una palabra: —"Amistad" . Pero, en lugar de cumplir con el ritmo que había aprendido, las letras estaban desordenadas.
"Cursivita, mira! No se ven como deberían. ¿Por qué no salen bien?"
El hada miró el cuaderno y sonrió.
"Es porque estás escribiendo lo que uno te dice, pero no estás dejando que tus propias ideas también fluyan. La letra cursiva también necesita tus emociones y pensamientos. ¡Prueba escribir algo que te guste!"
Mateo cerró los ojos por un momento y recordó a su mejor amigo, Lucas. Se recordó jugando en el parque, riéndose y disfrutando de su amistad. Con esa imagen en su mente, tomó el lápiz y escribió "Mateo y Lucas" en letra cursiva. A medida que las letras se formaban, comenzaron a brillar con más intensidad.
"¡Ves! Ahí está la magia, Mateo!", exclamó Cursivita.
Mateo se sintió orgulloso. Pero en medio de toda la alegría, un viento fuerte sopló suavemente en la biblioteca, y de repente, las letras en el cuaderno empezaron a moverse.
"¡Oh no! ¿Qué pasa?", gritó Mateo.
Cursivita se preocupó.
"Las letras están escapando. Solo puedes atraparlas si dejas que las emociones fluyan. ¡Tienes que escribir sobre todas tus aventuras!"
Mateo se sentó rápidamente y comenzó a escribir sobre su día, sus juegos, y todo lo que sentía. Las letras, -una a una-, regresaron a la página, ordenadas y en perfecto ritmo. Cuando terminó de escribir, el cuaderno brilló intensamente. Cursivita rió alegremente.
"Lo hiciste, Mateo. Has dominado el arte de la letra cursiva. Recuerda siempre que cada palabra puede llevar tu esencia, y que lo más importante es ponerle tu corazón a cada trazo".
Mateo sonrió de oreja a oreja y le agradeció a su nueva amiga por la lección. Desde ese día, se convirtió en el mejor escritor de la escuela, y cada vez que alguien le preguntaba sobre su secreto, simplemente sonreía y decía:
"Escribir con el corazón hace que cada letra cuente una historia".
Y así, el pequeño Mateo, con su cuaderno cargado de maravillas y cuentos, se convirtió en un verdadero mago de la letra cursiva, compartiendo la magia de sus palabras con todos sus amigos en Letrasville.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
FIN.