El secreto de Aurora



Había una vez en un bosque encantado, donde los árboles bailaban al ritmo del viento y los animalitos jugaban felices entre las ramas. En este hermoso lugar vivía Lila, una niña curiosa y amante de la naturaleza.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Lila se encontró con un hada madrina llamada Aurora. Aurora tenía alas brillantes y una varita mágica que emitía destellos de luz. "Hola, querida Lila", dijo Aurora con voz suave.

"He venido a enseñarte la importancia del respeto hacia la naturaleza. "Lila abrió sus ojos sorprendida y emocionada. Nunca antes había conocido a un hada tan especial como Aurora.

"¿Cómo puedo aprender sobre el respeto hacia la naturaleza?" preguntó Lila con curiosidad. Aurora sonrió y agitó su varita mágica. De repente, el bosque cobró vida ante los ojos de Lila. Los árboles le susurraban secretos antiguos, las flores danzaban alegremente y los arroyos cantaban melodías dulces.

"Para respetar a la naturaleza debes cuidarla como si fuera tu hogar", explicó Aurora. "Recoge la basura que encuentres en tu camino, no maltrates a los animales y sé agradecida por todo lo que te brinda. "Lila asintió con determinación.

Desde ese día, se convirtió en la guardiana del bosque, velando por cada rincón y criatura que habitaba en él. Limpiaba la basura que otros dejaban atrás, construía comederos para los pájaros y plantaba flores para embellecer el paisaje.

Pero un día oscuro llegó al bosque cuando unos leñadores sin escrúpulos comenzaron a talar árboles indiscriminadamente. El eco de sus hachas resonaba tristemente en el aire, haciendo llorar al bosque entero.

Lila sintió un nudo en su garganta al ver cómo su amado hogar era destruido frente a sus ojos. Corrió hacia Aurora en busca de ayuda. "¡Aurora! ¡Los leñadores están dañando el bosque! ¿Qué podemos hacer?" exclamó Lila angustiada.

Aurora tomó la mano de Lila con ternura y juntas se dirigieron hacia los leñadores. Con un movimiento elegante de su varita mágica, Aurora hizo que los troncos cortados volvieran a crecer más fuertes que nunca.

Los leñadores quedaron asombrados ante tal milagro y comprendieron el error de sus acciones. Se disculparon con Lila y prometieron cuidar del bosque en adelante.

Desde ese día, el respeto hacia la naturaleza reinó en el corazón de todos los habitantes del bosque encantado gracias a la valentía y bondad de Lila y la sabiduría de Aurora. Y así, entre risas de hadas y cantos de pájaros, el bosque vivió feliz para siempre bajo el cuidado amoroso de aquellos que aprendieron a valorarlo como parte fundamental de sus vidas.

FIN.

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