El secreto de Bautista


Bautista era un niño de 12 años que vivía con sus padres en una pequeña ciudad de Madrid. Todo parecía normal en la vida de Bautista, hasta que un día algo cambió. Su colegio, que solía gustarle mucho, dejó de ser de su agrado. Bautista se sentía incómodo y triste, pero en lugar de hablar con sus padres o maestros, decidió guardar sus sentimientos en secreto. Empezó a fingir estar enfermo para faltar a clases e incluso inventaba excusas para no hacer sus tareas. Sus padres, preocupados, intentaban animarlo y entender qué le pasaba, pero Bautista se mostraba cada vez más distante y mentiroso.

Un día, mientras Bautista caminaba por el parque, conoció a un viejo sabio que vendía globos de colores. El sabio notó la tristeza en los ojos de Bautista y decidió acercarse a él. -¿Qué te sucede, niño? -preguntó el sabio con amabilidad. Bautista, sorprendido por el interés genuino del hombre, decidió confiar en él y contarle todo. Le explicó cómo su amor por el colegio se había desvanecido y cómo había decidido ocultar su malestar con mentiras. El sabio escuchó atentamente y luego le dijo a Bautista: -A veces, las cosas que nos gustaban pueden dejar de hacerlo, y está bien sentirse confundido al respecto. Pero mentir no es la solución. Debes recordar que siempre hay gente que quiere ayudarte, como tus padres y maestros. Hablar con ellos puede aliviar tu corazón y juntos pueden buscar una solución.

Las palabras del sabio resonaron en Bautista, quien finalmente decidió seguir su consejo. Esa misma tarde, le contó a sus padres todo lo que sentía. Para su sorpresa, en lugar de enfadarse, sus padres lo abrazaron con cariño y le prometieron ayudarlo a encontrar una solución. Juntos, buscaron un nuevo colegio que se adaptara a los gustos e intereses de Bautista, y pronto encontraron uno que lo emocionaba.

Bautista aprendió que es normal no sentirse bien en ciertas situaciones, pero que la mentira solo empeora las cosas. Aprendió a expresar sus sentimientos y a buscar ayuda en las personas que lo querían. Desde entonces, Bautista disfrutó cada día en su nuevo colegio, haciendo nuevos amigos y descubriendo nuevas pasiones.

Nunca más ocultó sus sentimientos, entendiendo que la sinceridad y la confianza eran las bases para una vida feliz y plena.

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