El secreto de Cristina



Era un día soleado en el colegio 'Los Brillantes', ubicado en un pequeño barrio de Buenos Aires. Los alumnos estaban emocionados por una competencia de manualidades que se realizaría esa misma tarde. Pero había un problema: Soledad, la talentosa artista del grupo, había perdido su pincel favorito, uno que le había traído su abuela. Todos estaban preocupados por ella.

Mientras tanto, Martín, un chico un tanto travieso y popular, vio la oportunidad perfecta para jugarle una broma a Soledad. Sin pensar en las consecuencias, le robó el pincel de la mochila y lo escondió en su escritorio. Esa misma tarde, mientras se preparaban para la competencia, Soledad comenzó a buscar por todas partes. El aula se llenó de murmullos.

"No sé cómo pudo desaparecer, lo tenía justo aquí", decía Soledad, angustiada.

En ese momento, Pedro, un compañero amable y un poco tímido, caminaba por el pasillo. Martín, al verlo, decidió culparlo de la desaparición.

"¡Mirá, Soledad! Ahí está Pedro, seguro que se lo robó. Siempre le gusta tocar nuestras cosas", dijo Martín con una sonrisa burlona.

Soledad miro a Pedro, que se sentía confuso. Él no podía creer lo que estaba escuchando.

"No, yo no lo tengo. No robé nada. Solo estaba viendo cómo trabajaban", intentó defenderse. Pero Martín siguió su juego, señalando a Pedro como el ladrón.

En la sombra de todo, estaba Cristina, una amiga de ambos, que había visto todo lo que había sucedido. Sabía que Martín había robado el pincel y que estaba mintiendo, pero no quería causar problemas entre ellos.

"Martín, ¿no deberías devolverle el pincel a Soledad? Ella lo necesita para su trabajo", le sugirió con nerviosismo.

"¿Y por qué tendría que hacerlo? Es solo un juego. Todo el mundo va a ayudarme a culpar a Pedro en lugar de a mí", respondió Martín mientras sonreía de manera traviesa.

Cristina sentía una mezcla de emociones; por un lado, quería ayudar a Soledad, pero tampoco quería que Martín se sintiera mal. Así que decidió que debía hacer algo. Después de la clase, se acercó a Martín.

"Escuchame, Martín. No creo que esto esté bien. Soledad está muy triste por su pincel. ¿No te gustaría ser un buen amigo y devolverlo?", le preguntó con sinceridad.

Martín, que no se había detenido a pensar en la tristeza de Soledad, se quedó pensando en las palabras de Cristina. Tal vez estaba siendo un poco egoísta. Pero todavía tenía miedo de ser descubierto.

En ese momento, decidió seguir con su plan. Cerró los ojos y lo hizo a sus espaldas; sin embargo, el destino lo alcanzó. En la competencia, cuando Soledad empezó a trabajar en su obra, se dio cuenta de que el tiempo se le acababa, y el pincel estaba justo allí, en la mochila de Martín, quien debía pasarlo al banco del maestro.

Al final, cuando todos estaban listos y el jurado comenzó a recorrer los trabajos, vieron que Soledad no había podido terminar. La angustia llenó el aire. El padre de Soledad también estaba presente y su mirada era preocupante. Fue ahí donde Cristina decidió actuar.

"Perdón, creo que tengo que hablar", dijo Cristina mientras se ponía de pie.

"¿De qué se trata?", preguntó el maestro, intrigado.

"Martín se llevó el pincel de Soledad y... y ella no pudo completarlo. Solo quería ayudar a todos, pero esto no es justificado. ¿No es cierto, Martín?", hablo enfáticamente.

Todos miraron a Martín, que se sintió atrapado. Su corazón latía rápido, en un acto de valentía decidió aceptar su error.

"Sí, tengo el pincel. Lamento lo que hice, Soledad. No pensé en lo que sentías, solo quería divertirme", dijo Martín, excusándose.

Soledad, con lágrimas en los ojos, contestó:

"Gracias por ser honesto, Martín. Solo quería mostrarles algo especial con mi pincel".

El maestro, admirando el coraje de Cristina y de Martín, dijo: "Es muy importante, chicos, ser honestos entre amigos, y también ayudarlos en momentos difíciles. Todos cometemos errores, pero lo más importante es aprender de ellos."

A partir de ese día, Martín comenzó a comportarse de manera más amable y responsable, y aprendió a valorar la amistad de quienes lo rodeaban. Cristina se sintió orgullosa de haber defendido la verdad, y Soledad, finalmente, logró crear una hermosa obra que todos admiraron.

La competencia terminó en un gran éxito, y lo más importante fue que todos comprendieron que ser un buen amigo significa apoyar a los demás y ser honesto, incluso cuando es difícil.

FIN.

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