El secreto de Don Ángel


Había una vez dos hermanas llamadas Sofía y Valentina, quienes estaban muy emocionadas porque iban de visita al pueblo de su abuela durante las vacaciones de verano.

La abuela vivía en una casa grande y antigua al borde del bosque, un lugar misterioso que siempre despertaba la curiosidad de las niñas. Al llegar a la casa de la abuela, Sofía y Valentina corrieron a abrazarla con alegría.

La abuela las recibió con dulces y les contó historias sobre criaturas mágicas que supuestamente habitaban el bosque cercano. Las niñas se quedaron fascinadas con los relatos y decidieron explorar por su cuenta al día siguiente.

Al amanecer, Sofía y Valentina se levantaron temprano y se adentraron en el bosque con sus mochilas llenas de provisiones. Mientras caminaban entre los árboles, escucharon ruidos extraños que las hicieron detenerse. De repente, vieron una sombra enorme moviéndose entre los arbustos.

- ¡¿Qué es eso? ! -exclamó Valentina señalando hacia la figura oscura. Sofía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero decidió acercarse para investigar. Para su sorpresa, detrás de aquel monstruo aterrador descubrieron a un hombre mayor vestido con un traje cubierto de pelaje falso y colmillos falsos.

- ¡Oh! ¡Eres tú! ¿Qué haces aquí? -preguntó Sofía desconcertada. El hombre sonrió detrás de su máscara monstruosa y les explicó que era Don Ángel, un vecino del pueblo que trabajaba como animador en fiestas infantiles.

Había estado practicando para su próximo espectáculo cuando las niñas lo encontraron sin querer. Las hermanas se miraron sorprendidas al darse cuenta de que habían confundido a Don Ángel con un verdadero monstruo.

El hombre les dijo que entendía por qué podían haberse asustado, pero les aseguró que no tenía intenciones malvadas. A partir de ese momento, Sofía y Valentina pasaron tiempo con Don Ángel aprendiendo trucos divertidos e historias increíbles sobre sus actuaciones.

Descubrieron que detrás del disfraz tenebroso se escondía una persona amable y creativa dispuesta a compartir su arte con los demás. Cuando regresaron a casa de la abuela esa tarde, le contaron emocionadas lo ocurrido en el bosque.

La abuela rió con ternura al escuchar la historia y les recordó lo importante que era no dejarse llevar por las apariencias superficiales. Desde entonces, Sofía y Valentina visitaban a Don Ángel cada vez que volvían al pueblo de la abuela.

Aprendieron a valorar la diversidad, a no juzgar sin conocer realmente a alguien y descubrieron el poder transformador del arte para conectar corazones más allá de las apariencias externas.

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