El secreto de Ezequiel



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, un niño llamado Mateo. A Mateo le encantaba explorar la naturaleza, descubrir nuevos secretos en cada rincón y sentirse parte de algo más grande que él.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Mateo escuchó un susurro suave proveniente de un árbol centenario. Se acercó con curiosidad y el árbol le dijo: "¡Hola, joven explorador! Soy Ezequiel, el guardián de este bosque.

He visto tu amor por la naturaleza y quiero enseñarte una lección importante". Mateo estaba asombrado de poder hablar con un árbol, pero decidió escuchar atentamente lo que Ezequiel tenía para contarle.

El anciano árbol le explicó que los seres humanos y la naturaleza estaban conectados de una manera especial, que debían cuidarse mutuamente para mantener ese equilibrio. "¿Cómo puedo cuidarte?", preguntó Mateo con sinceridad.

Ezequiel le pidió a Mateo que plantara un nuevo árbol cada vez que cortara uno para obtener madera, que recogiera la basura que encontrara en su camino y que respetara a todas las criaturas vivientes del bosque. El niño asintió con determinación, prometiendo seguir los consejos del sabio árbol.

Los días pasaron y Mateo se convirtió en el guardián más joven del bosque. Cuidaba de los animales heridos, regaba las plantas sedientas y enseñaba a otros niños la importancia de respetar la naturaleza. Sin embargo, no todo sería fácil en su misión.

Una tarde oscura y tormentosa, una avalancha amenazaba con arrasar el bosque entero. Los animales corrían despavoridos buscando refugio y Ezequiel pedía ayuda desesperadamente.

Mateo sabía lo que debía hacer: unir fuerzas con sus amigos para proteger al bosque. Con valentía y trabajo en equipo lograron contener la avalancha, salvando al bosque y a todos sus habitantes. Ezequiel miró orgulloso al niño y le dijo: "Has demostrado ser digno de confianza como guardián de la naturaleza.

Recuerda siempre que cuando el hombre cuida de ella, ella también cuida del hombre". Desde ese día, Mateo siguió protegiendo la naturaleza con amor y dedicación, convirtiéndose en ejemplo para todos los habitantes del pueblo.

Y así entendió que la relación entre el hombre y la naturaleza es sagrada, llena de aprendizajes mutuos e infinitas bendiciones para aquellos dispuestos a escuchar su voz.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda pequeño amigo/a: ¡cuida siempre de nuestra madre tierra!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!