El secreto de Francisco



Había una vez en un hermoso bosque, un loro muy peculiar llamado Francisco. A diferencia de los demás loros que solo comían frutas y semillas, a Francisco le encantaba tomar unos vinos.

Todos los días, volaba hasta la bodega del señor Martín para degustar las diferentes variedades que este producía. Un día, mientras Francisco disfrutaba de su copa de vino favorita, escuchó a unos niños jugando y riendo cerca de la bodega.

Se acercó curioso y les preguntó:- ¿Qué hacen chicos? - Estamos jugando al escondite, ¿te gustaría unirte? -respondieron los niños. Francisco aceptó encantado y se escondió detrás de unas barricas.

Mientras esperaba a ser encontrado, pensó en lo divertido que era jugar con amigos y cómo siempre había estado solo desde que dejó su selva natal. Los niños lo encontraron rápidamente y se sorprendieron al ver a un loro tan simpático como él. - ¡Eres el loro más genial que hemos conocido! -exclamaron emocionados.

Desde ese día, Francisco se convirtió en el amigo inseparable de aquellos niños. Jugaron juntos todos los días después de la escuela e incluso lo llevaron a conocer otros animales del bosque.

Una tarde, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con una viña abandonada llena de uvas maduras. - ¡Miren chicos! Aquí podríamos hacer nuestro propio vino -propuso Francisco emocionado.

Los niños dudaron al principio, pero luego recordaron todas las aventuras vividas junto a su amigo loro y decidieron ayudarlo. Juntos recogieron las uvas más dulces y prepararon su primera cosecha. Con paciencia y dedicación, fermentaron el mosto hasta obtener un exquisito vino casero.

La noticia sobre el nuevo vino corrió como reguero de pólvora por todo el bosque y pronto todos querían probarlo. Francisco estaba feliz no solo por haber cumplido su sueño de tener su propia viña sino también por haber encontrado verdaderos amigos que lo valoraban tal como era.

Con el tiempo, la viña se convirtió en un lugar muy especial donde todos los animales del bosque se reunían para compartir momentos inolvidables alrededor de una copa de vino hecho con amor y amistad.

Y así fue como mi amigo el loro Francisco descubrió que la verdadera felicidad no estaba en beber vinos solitariamente sino en compartir momentos especiales con quienes realmente te aprecian. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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