El Secreto de la Belleza Interior


En un soleado día de primavera, Martina decidió dar un paseo por el parque. Mientras caminaba, su mente estaba ocupada con pensamientos sobre su apariencia física.

Se detuvo frente a un espejo y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver lo que para ella eran solo defectos. Justo en ese momento, un anciano de aspecto amable se acercó a ella.

Tenía una larga barba blanca y unos ojos brillantes que parecían contener la sabiduría de muchos años vividos. "Hola, pequeña. Veo que estás un poco triste. ¿Puedo ayudarte en algo?", preguntó el anciano con voz calma y gentil. Martina levantó la mirada sorprendida por la presencia del anciano y tímidamente respondió: "Hola...

es solo que no me siento bien conmigo misma. Siempre veo cosas feas cuando me miro en el espejo".

El anciano sonrió comprensivamente y le dijo: "¿Sabes, querida Martina? Lo que ves en el espejo no siempre refleja quién eres realmente. La belleza va mucho más allá de lo que tus ojos pueden ver". Martina lo miró con curiosidad mientras él continuaba: "Tu nariz puede ser grande, pero te permite respirar aire puro cada día.

Tu cabello alborotado le da vida a tu rostro, como las ramas de un árbol dan carácter a su tronco. Y tu sonrisa torcida... esa sonrisa única hace brillar tu corazón".

Las palabras del anciano resonaron en el alma de Martina como una melodía reconfortante. Poco a poco, comenzó a comprender que su apariencia física no definía quién era en realidad. "Gracias por tus palabras", dijo Martina con gratitud en los ojos.

El anciano le entregó una pequeña flor silvestre y añadió: "Lleva esta flor contigo como recordatorio de que la verdadera belleza proviene del amor propio y la aceptación. "Con renovada confianza, Martina se despidió del anciano sabio y continuó su paseo por el parque.

A partir de ese día, aprendió a valorarse tal como era, apreciando cada rasgo único que la hacía especial.

Y así, entre risas y juegos en el parque, Martina descubrió que la verdadera belleza reside en aceptarse a uno mismo con amor y gratitud por todo lo que nos hace únicos e irrepetibles.

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