El Secreto de la Bondad



Un día soleado en la Fundación meniños, las compañeras Lucía y Valeria estaban preparando una actividad especial para los niños.

Todo parecía normal hasta que, de repente, un destello mágico envolvió a ambas mujeres y las transformó en niñas de seis años. ¡Qué sorpresa tan grande! Lucía miró sus manitas pequeñas y su vestido floral con asombro. Valeria no podía creer lo que veía: ahora tenía trenzas y zapatos brillantes.

Ambas se miraron con ojos llenos de incredulidad y risas nerviosas. "¡Lucía, ¿qué nos pasó? ! ¡Somos niñas otra vez!", exclamó Valeria sin poder contener la emoción. "¡Es increíble! Pero...

¿y ahora qué hacemos?", respondió Lucía con una mezcla de alegría y confusión. Decidieron explorar juntas este nuevo mundo como niñas. Corrieron por los pasillos de la Fundación riendo a carcajadas, descubriendo rincones secretos y jugando como si no hubiera mañana.

La magia del momento las había transportado a una época llena de inocencia y diversión. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que debían encontrar una solución para volver a ser adultas y continuar con su labor en la Fundación meniños.

Así que decidieron buscar al hada madrina que les había concedido ese extraño deseo. Caminaron por el jardín siguiendo pistas misteriosas hasta llegar a un árbol centenario donde encontraron a un hada pequeñita con alas brillantes.

"¡Oh hada madrina! Nosotras éramos trabajadoras adultas de la Fundación meniños y algo nos convirtió en niñas", explicó Valeria con voz temblorosa pero decidida.

El hada les sonrió con ternura y les dijo: "Para volver a ser adultas deben demostrar que aún conservan el corazón bondadoso y valiente que las caracteriza". Entonces, Lucía y Valeria recordaron todas las veces que habían ayudado a los niños en la Fundación, escuchándolos, consolándolos y guiándolos hacia un futuro mejor. Esa conexión especial era lo que realmente importaba.

Decidieron enfrentar juntas cualquier desafío que se presentara para proteger a los más pequeños, incluso siendo niñas otra vez. Con valentía resolvieron problemas, enseñaron valores importantes e inspiraron a otros niños a seguir adelante sin importar las dificultades.

Finalmente, el hada madrina apareció nuevamente frente a ellas e hizo brillar una luz intensa sobre Lucía y Valeria. En cuestión de segundos volvieron a ser adultas pero con el corazón puro e inocente de aquellas niñas llenas de vida.

Desde ese día, siguieron trabajando incansablemente en la Fundación meniños pero nunca olvidaron la lección aprendida: siempre es importante mantener viva la chispa infantil dentro nuestro para poder enfrentar cualquier desafío con amor, valentía y esperanza en nuestro corazón.

FIN.

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