El secreto de la bruja bondadosa



Había una vez en un pequeño pueblo encantado, la cabaña de la Bruja Samanta.

Todos los niños tenían miedo de acercarse a ella, ya que se decía que era una bruja malvada que se comía a los niños que se perdían en el bosque. Un día, llegó al pueblo un valiente niño llamado Martín. A diferencia de los demás, él no creía en las historias de la bruja y decidió investigar por sí mismo.

Se adentró en el bosque y encontró la cabaña de la Bruja Samanta. Para su sorpresa, cuando entró, descubrió que la bruja no era tan malvada como todos pensaban. - ¡Hola! -saludó Martín tímidamente.

- ¡Oh! ¿Quién eres tú? -preguntó la Bruja Samanta con curiosidad. Martín le contó que había escuchado muchas historias sobre ella y quería saber si eran ciertas. La bruja rió y le explicó que esas historias eran solo leyendas inventadas por miedo a lo desconocido.

- En realidad, soy una bruja buena -dijo Samanta-. Ayudo a los animales del bosque y cuido las plantas. Martín quedó impresionado por la amabilidad de la bruja y comenzaron a hablar durante horas.

Descubrió que había mucho más detrás de esa apariencia tenebrosa: Samanta tenía un gran corazón y deseaba hacer el bien. Sin embargo, no todo era perfecto en el mundo mágico.

Un día, apareció en escena el Brujo Oscuro, un malvado hechicero que intentaba conquistar el bosque para sus propios fines malignos. Decidió casarse con Bruja Samanta para tener acceso a su poderosa magia. - ¡No permitiré que te haga daño! -exclamó Martín valientemente.

Con ingenio e astucia, Martín ideó un plan para detener al Brujo Oscuro y salvar a su amiga Samanta. Con ayuda de algunos animales del bosque y trucos aprendidos con la propia bruja, lograron vencer al malvado hechicero y devolver la paz al lugar.

Después de esa aventura emocionante, Bruja Samanta prometió enseñarle a Martín todo lo relacionado con la magia buena y juntos trabajaron para proteger el bosque y ayudar a quienes lo necesitaban.

El valiente niño demostró que no debemos dejarnos llevar por las apariencias o creer todo lo que dicen los demás sin conocer realmente a las personas. Y así, gracias a la valentía y bondad de Martín, tanto él como Bruja Samanta vivieron felices compartiendo su sabiduría mágica con todos aquellos dispuestos a aprender.

FIN.

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