El secreto de la calma en Villa Dino



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Dino, un niño llamado Lorenzo que tenía un gran problema: siempre se enojaba por cualquier cosa.

Desde que se despertaba hasta que se iba a dormir, su mal genio lo acompañaba a todas partes. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Lorenzo vio algo sorprendente: ¡un grupo de dinosaurios viviendo pacíficamente entre los árboles! No podía creerlo y se acercó cautelosamente para observarlos mejor.

Los dinosaurios parecían muy tranquilos y serenos, incluso cuando los niños del pueblo jugaban a su alrededor. Lorenzo no podía apartar la mirada de aquellos gigantes prehistóricos y decidió quedarse un rato más para observar su comportamiento.

Para su sorpresa, notó que los dinosaurios tenían una forma especial de calmarse cuando algo los molestaba: cerraban los ojos, respiraban profundamente y contaban hasta diez antes de actuar.

Intrigado por esta nueva técnica para controlar el enojo, Lorenzo decidió probarla la próxima vez que sintiera que la ira lo invadía. Y no pasó mucho tiempo antes de tener la oportunidad de hacerlo. Mientras jugaba con sus amigos, uno de ellos accidentalmente rompió su juguete favorito.

"¡Estúpido! ¡¿Por qué hiciste eso? !" - gritó Lorenzo, sintiendo cómo la rabia comenzaba a apoderarse de él. Recordando lo que había aprendido de los dinosaurios, Lorenzo cerró los ojos, respiró hondo y empezó a contar: uno... dos... tres...

poco a poco fue recuperando la calma hasta llegar al diez. Cuando abrió los ojos, vio a su amigo mirándolo preocupado y se dio cuenta del error que había cometido. "Lo siento mucho", dijo el amigo avergonzado.

"No te preocupes", respondió Lorenzo con una sonrisa sincera. "Fue un accidente". Desde ese día, Lorenzo practicaba cada vez que sentía que el enojo quería dominarlo. Cada vez le resultaba más fácil controlarse gracias a la técnica de los dinosaurios.

Sus amigos notaron el cambio en él y pronto se convirtió en un ejemplo para todos en Villa Dino.

Un año después de aquel encuentro en el parque, Villa Dino celebraba una fiesta en honor a Lorenzo por haber aprendido a controlar su temperamento gracias a los dinosaurios. En medio de juegos y risas, Lorenzo recordaba con cariño aquel día especial donde descubrió el poder de la calma y cómo había cambiado su vida para siempre.

Y así fue como Lorenzo aprendió una valiosa lección: nunca es tarde para aprender a controlar las emociones y encontrar la paz interior con la ayuda inesperada pero efectiva... ¡de unos amigables dinosaurios!

FIN.

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