El secreto de la casa abandonada
En una fría tarde de invierno, Tomás salió a pasear con su perro Rocky por el parque cerca de su casa. Mientras caminaban, escucharon un ruido extraño que provenía de un viejo caserón abandonado en la colina.
Intrigados, se acercaron y vieron unos ojos rojos brillando desde una ventana. - ¡Qué miedo, Rocky! Parece que hay un fantasma en esa casa -dijo Tomás con temor.
Rocky comenzó a ladrar y a mover la cola, como si quisiera decirle algo a Tomás. - ¿Qué pasa, Rocky? ¿Quieres ir a ver qué hay adentro? -preguntó Tomás sorprendido por la actitud valiente de su mascota. Sin pensarlo dos veces, entraron juntos a la casa.
Encontraron un ambiente oscuro y polvoriento, pero no vieron rastros del supuesto fantasma. De repente, escucharon un gemido proveniente del sótano. - ¡Ayuda! ¡Por favor ayuda! -se escuchaba una voz débil y temblorosa.
Tomás y Rocky bajaron las escaleras lentamente y descubrieron que no era un fantasma, sino un anciano muy amable que vivía allí solo. - ¡Gracias por venir en mi ayuda! Estoy atrapado aquí hace días sin comida ni agua -dijo el anciano con lágrimas en los ojos.
Tomás decidió llevar al anciano a su casa para cuidarlo y darle todo lo que necesitaba para estar bien. Con el paso de los días, se convirtieron en grandes amigos y el viejo le enseñó muchas cosas interesantes sobre la vida.
Un día, mientras jugaban en el parque con Rocky, el anciano le dijo a Tomás:- Nunca juzgues a alguien por cómo se ve o por lo que dicen los demás. Todos merecemos una oportunidad para demostrar quiénes somos realmente.
Tomás asintió con la cabeza y sonrió feliz de haber encontrado al anciano aquel día en la casa abandonada. Aprendió que siempre es importante ayudar a los demás sin importar las apariencias.
Desde entonces, cada vez que pasaban frente al caserón recordaban aquella increíble aventura que los había unido para siempre. Y así fue como Tomás aprendió una gran lección gracias a su valentía y al noble corazón de su fiel amigo Rocky.
FIN.