El secreto de la casa abandonada



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde un grupo de niños solía jugar en las ruinas de una casa abandonada.

El lugar estaba lleno de misterio y encanto, y los pequeños se divertían imaginando historias de tiempos pasados mientras exploraban cada rincón. Un día, mientras los niños jugaban a ser valientes caballeros o intrépidas exploradoras, la policía llegó al lugar.

Habían recibido informes sobre la presencia de personas en la casa abandonada y decidieron investigar. Los niños, sorprendidos por la llegada repentina de los agentes, intentaron explicar que solo estaban jugando. - ¡Alto ahí! ¿Qué están haciendo aquí? -preguntó el oficial García con tono autoritario.

- Estamos jugando a las aventuras en esta casa abandonada. No queremos causar problemas, solo nos divertimos imaginando historias -respondió Valentina, la líder del grupo. La policía decidió desalojar a los niños para asegurarse de que estuvieran seguros.

Mientras tanto, comenzaron a pintar círculos rojos en las paredes y tomar notas en sus libretas. Los pequeños no entendían qué estaba sucediendo y temían perder su lugar especial de juegos. - ¿Por qué nos echan? Solo estábamos jugando -dijo Mateo con tristeza.

- Lo siento chicos, pero este terreno ha sido reclamado por el gobierno local. No pueden jugar aquí más -explicó el oficial García con pesar. Los niños se miraron entre ellos con preocupación.

Aquel lugar era su refugio secreto donde podían dejar volar su imaginación sin límites. Sin embargo, sabían que debían respetar las reglas y buscar otro sitio para divertirse juntos. Decidieron investigar quién era ese hombre llamado Gabo Cafú al que parecían estar buscando las autoridades locales.

Con valentía y determinación, emprendieron una búsqueda por todo el pueblo preguntando a vecinos y comerciantes si conocían a alguien con ese nombre tan peculiar.

Después de varios días indagando por todas partes, finalmente descubrieron que Gabo Cafú no era otra cosa que un personaje ficticio creado por uno de los artistas locales como parte de un proyecto artístico para revitalizar espacios abandonados en el pueblo.

Los niños comprendieron entonces que cada historia tiene su tiempo y lugar, y aunque habían perdido su antiguo sitio de juegos, siempre podrían crear nuevas aventuras en otros lugares del pueblo. Aprendieron que la creatividad no tiene límites y que juntos podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara en el futuro.

Y así fue como aquel grupo de amigos siguió adelante, construyendo recuerdos inolvidables mientras exploraban nuevos horizontes llenos de magia y amistad en Villa Esperanza.

FIN.

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