El secreto de la casa encantada


Había una vez dos hermanitos, Tomás y Ana, que vivían en una casa muy grande y misteriosa. Un día decidieron explorar cada rincón de su hogar. Comenzaron por el salón, donde encontraron un viejo cofre lleno de juguetes olvidados.

Tomás tomó un avión de juguete y lo hizo volar por el aire mientras Ana reía emocionada. Luego pasaron a la cocina, donde descubrieron una receta antigua escrita a mano por su abuela.

Decidieron preparar juntos unas galletas siguiendo los pasos detallados en el papel amarillento. En el dormitorio, se encontraron con un espejo mágico que les mostraba cómo se verían de mayores.

Se sorprendieron al verse con arrugas y canas, pero luego rieron imaginando todas las aventuras que vivirían juntos. Al llegar al baño, vieron un patito de goma flotando en la bañera y no pudieron resistirse a jugar con él mientras salpicaban agua por todos lados.

En el comedor hallaron un mantel largo que usaron para construir una tienda secreta bajo la mesa. Pasaron horas planeando sus próximas expediciones como exploradores valientes. Finalmente, regresaron al salón exhaustos pero felices.

Se sentaron en el sofá abrazados y mirando las estrellas brillantes del techo pintado mientras compartían sus sueños más grandes. "¿Te imaginas si pudiéramos viajar a la Luna en nuestro propio cohete?", dijo Tomás con los ojos brillantes. "¡Sí! Y podríamos descubrir planetas nuevos juntos", respondió Ana emocionada.

Así, entre risas y juegos, Tomás y Ana aprendieron que la verdadera magia estaba en compartir momentos especiales con quienes más querían. Juntos eran invencibles e imparables en cualquier aventura que se propusieran emprender en su gran casa llena de tesoros escondidos.

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