El secreto de la cometa


Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba pasar sus tardes jugando con sus amigos en el parque del barrio.

Todos los días, después de la escuela, corría hacia el parque para encontrarse con Juan, Sofía y Martín. Un día soleado, mientras jugaban a la pelota, Tomás vio a un niño nuevo sentado en un banco mirando tristemente cómo se divertían.

Se acercó a él y le preguntó:- ¿Por qué no te unes a nosotros? ¡Estamos jugando al fútbol! El niño nuevo sonrió tímidamente y aceptó la invitación. Resultó ser Lucas, quien acababa de mudarse al barrio y aún no conocía a nadie.

Desde ese momento, todos los días Lucas se sumaba al grupo de amigos de Tomás. Un viernes por la tarde, cuando estaban por irse del parque, Lucas les contó que nunca había volado una cometa antes. - ¡Deberíamos hacer una! -exclamó Sofía emocionada.

Los niños decidieron que al día siguiente harían su propia cometa. Cada uno colaboraría con materiales que tuvieran en casa: papel de seda, palitos de helado y hilo. Al llegar al parque el sábado por la mañana, se pusieron manos a la obra.

Después de unas cuantas risas y algunos intentos fallidos, lograron construir una hermosa cometa multicolor. Estaban ansiosos por verla volar. Cuando todo estuvo listo, corrieron juntos por el campo abierto detrás del parque.

Al principio costó que tomara altura, pero finalmente la cometa se elevó en el cielo azul. - ¡Lo logramos! -gritó Martín emocionado. Mientras veían cómo la cometa danzaba en el aire, Tomás notó algo especial en Lucas: su sonrisa radiante y sus ojos brillantes reflejaban pura felicidad.

- Gracias chicos por incluirme -dijo Lucas con gratitud-. Me siento muy contento de tener amigos como ustedes.

Esa tarde quedó marcada en la memoria de los cinco amigos como un día lleno de aventuras y aprendizajes sobre trabajo en equipo y solidaridad. A partir de entonces, cada fin de semana exploraban nuevas actividades juntos: desde jugar al escondite hasta organizar picnics improvisados.

La amistad entre Tomás, Juan, Sofía, Martín y Lucas creció fuerte como aquella primera cometa que construyeron juntos. Y así descubrieron que lo importante no era solo jugar en el parque sino compartir momentos inolvidables junto a quienes querían estar cerca.

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