El secreto de la conducta ejemplar


En el programa BRÚJULA, un grupo de niños y niñas muy curiosos y divertidos asistían a clases después de la escuela. La señorita Clara, su maestra, siempre les decía lo importante que era comportarse bien en la escuela y ser buenos estudiantes. Todos los niños entendían la importancia de estudiar y portarse bien, excepto dos traviesos: Sebastián y Andrés.

Sebastián siempre interrumpía a la profesora mientras ella explicaba. -¡Señorita Clara, señorita Clara! ¿Puedo ir al baño? ¿Y si jugamos en el recreo?

Por otro lado, Andrés no se quedaba atrás. Él y Sebastián solían hacer travesuras juntos. Durante el recreo, se escapaban de la fila y se escondían en los rincones. Provocaban desorden y, a veces, hasta se burlaban de sus compañeros. La señorita Clara intentaba corregir su comportamiento, pero parecía que nada funcionaba.

Un día, la señorita Clara les dijo a todos los niños que cada uno tendría que presentar un proyecto sobre un tema que a ellos les gustara. Esa noticia emocionó mucho a todos, excepto a Sebastián y Andrés, quienes pensaron que sería otra oportunidad para hacer travesuras.

Sin embargo, algo inesperado sucedió. Sebastián escuchó a su amigo Marcos hablar sobre un proyecto que había hecho el año anterior. -¡Quiero hacer mi proyecto sobre eso! -pensó, entusiasmado. Andrés, por su parte, observó a Valeria mostrando sus dibujos y se maravilló con su talento. Decidió que quería hacer su proyecto sobre arte.

La señorita Clara notó el cambio en Sebastián y Andrés. Elogió sus ideas y les ofreció ayuda para realizar sus proyectos. Juntos, buscaron información en la biblioteca y dibujaron bocetos. A medida que trabajaban en sus proyectos, los dos niños notaron lo divertido que era aprender cosas nuevas y compartir sus conocimientos con los demás.

Finalmente, llegó el día de la presentación de proyectos. Sebastián habló entusiasmado sobre los dinosaurios, y Andrés exhibió sus impresionantes dibujos. La cara de la señorita Clara reflejaba orgullo y emoción al ver a sus estudiantes tan comprometidos. Al final, la maestra elogió a todos por su esfuerzo y dedicación, pero especialmente a Sebastián y Andrés, quienes habían cambiado su actitud y se habían convertido en buenos estudiantes.

Desde entonces, Sebastián y Andrés continuaron portándose bien en la escuela, siempre con ganas de aprender y compartir sus conocimientos. La señorita Clara estaba muy contenta y orgullosa de ellos, y los demás niños también se sentían felices de tener a sus amigos de vuelta.

De esa experiencia, Sebastián y Andrés aprendieron que estudiar y comportarse bien no era tan aburrido como pensaban. A partir de ese momento, se convirtieron en ejemplos para sus compañeros, demostrando que todos merecen una oportunidad para mostrar lo mejor de sí mismos.

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