El secreto de la cooperativa Unión Solidaria


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Cooperatilandia, donde todos los habitantes vivían felices y en armonía gracias a la cooperativa "Unión Solidaria".

En esta cooperativa, todos trabajaban juntos para mejorar la calidad de vida de cada uno de ellos. En Cooperatilandia vivía un niño llamado Mateo, quien siempre había escuchado hablar sobre la importancia de trabajar en equipo y ayudarse mutuamente. Un día, Mateo decidió acercarse a la cooperativa para conocer más sobre cómo funcionaba.

Al entrar a la sede de la cooperativa, Mateo fue recibido por el presidente, Don Tomás, quien amablemente le explicó qué era el cooperativismo.

Le dijo que una cooperativa era una organización formada por personas que se unen voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común.

"En nuestra cooperativa -le dijo Don Tomás a Mateo- seguimos siete principios fundamentales: adhesión voluntaria y abierta, gestión democrática por parte de los asociados, participación económica de los asociados, autonomía e independencia, educación formación e información, cooperación entre cooperativas y compromiso con la comunidad". Mateo quedó impresionado con todo lo que estaba aprendiendo y decidió convertirse en asociado de "Unión Solidaria".

Así es como comenzó su aventura dentro del mundo del cooperativismo. Como asociado de la cooperativa, Mateo tenía derechos como participar en las decisiones importantes mediante su voto en las asambleas o recibir beneficios económicos proporcionales a su contribución al trabajo colectivo.

También tenía obligaciones como cumplir con las normas establecidas por la cooperativa y colaborar activamente en las actividades que se realizaban.

Un día, mientras ayudaba a recolectar frutas junto a otros asociados en un campo cercano al pueblo, una fuerte tormenta amenazaba con arruinar toda la cosecha. Los asociados estaban preocupados por lo que podría pasar.

Fue entonces cuando Mateo tuvo una brillante idea:"¡Chicos! ¡Si trabajamos juntos podemos proteger nuestras frutas construyendo refugios improvisados con lonas y ramas! ¡Así podremos salvar nuestra cosecha!", exclamó Mateo emocionado. Todos los asociados se pusieron manos a la obra siguiendo el plan propuesto por Mateo. Trabajaron juntos bajo la lluvia hasta lograr proteger todas las frutas.

Cuando finalmente terminaron, el sol volvió a brillar y pudieron ver el resultado de su esfuerzo colectivo: habían salvado toda la cosecha.

La noticia sobre lo ocurrido llegó hasta Don Tomás quien felicitó a Mateo y a todos los asociados por haber demostrado el verdadero espíritu del cooperativismo: trabajar juntos para superar cualquier obstáculo y alcanzar objetivos comunes.

Desde ese día en adelante, Mateo siguió siendo un miembro activo de "Unión Solidaria", compartiendo con orgullo su experiencia con otros niños del pueblo para inspirarlos a unirse al maravilloso mundo del coopertivismo donde todos podían crecer juntos mientras cuidaban unos de otros.

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