El secreto de la granja



En un pequeño pueblo, había una granja mágica llamada "La Granja de los Secretos". Todos los animales que vivían allí tenían sus propios secretos, pero había uno que era el más especial de todos.

Era una mañana soleada cuando los animales decidieron reunirse en la parte más verde de la granja. Había una vaca llamada Luna, un gallo llamado Rocco, una oveja llamada Miel y un gato llamado Sombra.

"¿Qué tal si compartimos nuestros secretos?" - propuso Luna emocionada.

"Yo tengo un secreto, pero es un poco tonto" - se atajó Rocco, pincelando su plumaje.

"¡Ningún secreto es tonto!" - interrumpió Miel.

"Contá, Rocco. Queremos saber" - lo animó Sombra.

Rocco, con un poco de vergüenza, admitió:

"Bueno, mi secreto es que siempre canto en la ducha mientras me baño. Me imagino que soy una estrella de la música".

Todos los animales rieron y apludieron a Rocco.

"¡Está genial, Rocco!" - dijo Miel mientras movía su lanita. "Yo tengo un secreto, y es que cada noche, antes de dormir, cuento estrellas y les hago un deseo".

"¡Qué hermoso, Miel!" - exclamó Luna.

Llegó el turno de Sombra, que parecía un poco inquieto.

"Yo... yo tengo un secreto que no sé si quiero compartir" - dijo.

"No pasa nada, Sombra. Si no te sentís cómodo, no hay problema" - le respondió Luna.

Luego, todos se pusieron a pensar un rato, pero el clima se tornó crítico. De repente, un fuerte viento comenzó a azotar la granja. Las hojas volaban por los aires y los animales se asustaron un poco. En medio del tumulto, un árbol viejo y enorme comenzó a sonar tenue, como si estuviera hablando.

"¡Silencio!" - gritó el viejo árbol, llamando la atención de todos. "Escuchen, tengo un secreto que contarles".

Todos se miraron con sorpresa.

"¿Un secreto?" - preguntó Rocco con curiosidad.

"Sí, un secreto muy importante. Ustedes creen que sus secretos son solo cosas pequeñas, pero tienen un gran poder. Los secretos que comparten entre amigos hacen que los lazos se fortalezcan y la alegría crezca. ¡Compartan más!" - dijo el árbol mientras crujía.

Luna, Miel y Rocco se miraron entre ellos con un poco más de confianza.

"Sombra, creo que es momento de que compartas tu secreto" - insistió Miel.

"Sí, por favor, Sombra. Vos no tenés que tener miedo" - añadió Rocco.

Sombra inhaló profundo y finalmente se decidió a hablar.

"Mi secreto es que siempre siento que no encajo, que soy diferente. A veces eso me hace sentir triste".

Los otros animales estaban en silencio, comprendiendo sus sentimientos.

"Sombra, eso no está mal. Todos somos diferentes, y esas diferencias son lo que nos hace únicos" - le dijo Luna. "Deberías estar orgulloso de ser quien sos".

"Sí, cada uno de nosotros tiene sus cosas, y lo que importa es ser amigos y apoyarnos" - sumó Miel.

"¡Claro!" - gritó Rocco, con una sonrisa. "Desde ahora, compartiremos nuestros secretos siempre que podamos".

Con el viento calmado y el cielo despejado nuevamente, todos los animales se sintieron más unidos que nunca. Desde ese día, cada vez que se reunían, compartían sus secretos, y la Granja de los Secretos se convirtió en un lugar mágico donde la amistad y la confianza florecieron.

Y así, los animales aprendieron que los secretos son como pequeños tesoros, y que compartirlos fortalece los lazos de amistad y amor. Y aunque cada uno tenía un secreto, lo más importante era que nunca estaban solos.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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