El Secreto de la Laguna Escondida


Había una vez en Ecuador, un pequeño zorro llamado Mateo que vivía en la selva tropical. Mateo era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con una tortuga llamada Martina. "¡Hola, soy Mateo! ¿Y tú quién eres?", dijo el zorro emocionado. "Hola, yo soy Martina. ¿Qué haces por aquí tan lejos de tu madriguera?", respondió la tortuga sorprendida.

Mateo explicó que le encantaba descubrir nuevos lugares y conocer a diferentes animales. Martina sonrió y le propuso explorar juntos la hermosa laguna escondida que había escuchado hablar.

Los dos amigos se adentraron en la jungla y después de un largo camino lleno de obstáculos llegaron a la laguna cristalina rodeada de exuberante vegetación. Quedaron maravillados por la belleza del lugar y decidieron pasar el día disfrutando del paisaje. Mientras jugaban en el agua, Martina notó algo brillando en el fondo de la laguna.

Era un collar con una piedra preciosa incrustada. Sin pensarlo dos veces, Mateo lo tomó y se lo guardó en su bolsillo. "¿Qué encontraste, Mateo?", preguntó Martina con curiosidad.

El zorro titubeó por un momento antes de confesar: "Encontré este collar con una piedra preciosa. Es tan bonito que me gustaría quedármelo". Martina frunció el ceño y le recordó a Mateo lo importante que era ser honestos y devolver las cosas que no nos pertenecen.

Aunque al principio Mateo se resistió a devolverlo, finalmente entendió que la amistad y la honestidad eran más valiosas que cualquier tesoro material. Decidieron llevar el collar al pueblo cercano para intentar encontrar a su dueño.

Después de preguntar a varios habitantes, lograron dar con una anciana triste quien les contó que ese collar tenía un gran valor sentimental para ella ya que se lo había regalado su difunto esposo.

Mateo sintió remordimiento por haber querido quedarse con algo tan especial para esa señora y decidió entregárselo sin dudarlo. La anciana lo abrazó emocionada y les dio las gracias a los dos amigos por su honestidad.

Desde ese día, Mateo aprendió una gran lección sobre amistad, aventura, paisajes hermosos pero sobre todo sobre ser honestos incluso cuando nadie nos está mirando. Juntos siguieron explorando Ecuador descubriendo nuevos lugares increíbles mientras fortalecían su amistad basada en valores sólidos e inquebrantables como las montañas andinas del país sudamericano.

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