El Secreto de la Luna
El susurro era suave y melódico, como una canción de cuna. Luna se acercó al árbol centenario con curiosidad, preguntándose quién podría estar allí.
Para su sorpresa, una hada anciana apareció ante ella, con brillantes alas de colores y ojos sabios que parecían contener siglos de conocimiento. "¡Oh, joven Luna! -dijo el hada con voz dulce-. He estado esperando tu llegada. Tengo un mensaje importante para ti.
"Luna escuchaba atentamente mientras el hada le revelaba la verdadera naturaleza de su amuleto mágico y la responsabilidad que recaía sobre ella al poseerlo. "Tu amuleto no es solo un objeto encantado, sino una herramienta poderosa que puede traer alegría o caos al bosque encantado", explicó el hada.
Luna sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo podía ser responsable de algo tan grande? El hada continuó: "Debes elegir tus deseos sabiamente, Luna.
Piensa en lo que realmente importa en tu corazón y en cómo puedes usar esa magia para hacer del bosque un lugar mejor". La joven reflexionó sobre las palabras del hada mientras regresaba a su hogar en el claro del bosque.
Durante días y noches, pensó en qué desearía cuando llegara el momento adecuado. Finalmente, una mañana clara y luminosa, Luna tomó una decisión. Con determinación en sus ojos, se acercó al árbol centenario donde había conocido al hada anciana.
"Quiero que mi primer deseo sea concedido ahora mismo", dijo Luna en voz alta. El amuleto brilló intensamente en su mano mientras pronunciaba las palabras mágicas. Un destello de luz envolvió a Luna antes de desaparecer por completo.
Cuando la luz se disipó, Luna notó algo diferente dentro de sí misma. Se sentía más fuerte, más valiente y más decidida que nunca antes. —"Gracias" , dijo Luna al árbol centenario y al hada anciana que ya no estaba presente pero cuya presencia se sentía en el aire.
Desde ese día en adelante, Luna usó su amuleto mágico no solo para cumplir sus propios deseos, sino también para ayudar a los demás habitantes del bosque encantado.
Se convirtió en una figura respetada y querida por todos aquellos que vivían allí gracias a su generosidad y sabiduría.
Y así fue como la joven Luna descubrió el verdadero poder de la magia: no radicaba tanto en los deseos concedidos como en la forma en que esos deseos podían cambiar el mundo para mejor si se usaban con bondad y compasión.
FIN.