El secreto de la mansión encantada



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una casa embrujada que todos evitaban. Se decía que extraños sucesos ocurrían allí y que nadie se atrevía a acercarse.

Sin embargo, dos valientes hermanos llamados Martina y Lucas no le tenían miedo a nada y decidieron investigar por sí mismos qué pasaba en esa misteriosa casa. Una tarde, los hermanos se acercaron temerosos a la entrada de la casa embrujada.

Justo cuando estaban por entrar, apareció el Padre Tomás, el sacerdote del pueblo, quien les dijo con voz grave:-¡Deténganse, niños! Esta casa está llena de peligros y almas en pena. Es mejor que no entren.

Pero Martina y Lucas eran muy curiosos y decididos, así que le respondieron:-No se preocupe, Padre Tomás. Nosotros vamos a descubrir qué está pasando aquí. El sacerdote intentó disuadirlos una vez más, pero al ver la determinación en los ojos de los hermanos decidió acompañarlos para protegerlos.

Al entrar a la casa, todo parecía normal al principio. Sin embargo, pronto comenzaron a escuchar ruidos extraños y ver sombras moverse por las paredes.

El Padre Tomás rezaba en voz baja mientras Martina y Lucas exploraban cada rincón con valentía. De repente, una puerta se cerró de golpe detrás de ellos y quedaron atrapados en una habitación oscura. La única salida era a través de un pasadizo secreto que solo podían abrir resolviendo un acertijo antiguo.

Martina recordó algo que había leído sobre códigos secretos y juntos lograron descifrar el mensaje oculto en la pared. Al abrir el pasadizo encontraron un tesoro escondido y una carta escrita por el espíritu atormentado que habitaba la casa.

La carta explicaba que el alma había quedado atrapada en ese lugar por mucho tiempo debido a un error del pasado y necesitaba ayuda para encontrar la paz.

Con lágrimas en los ojos, Martina tomó la mano de su hermano y del Padre Tomás e invitaron al espíritu a seguirlos hacia la luz. Conforme avanzaban hacia la salida, la casa empezó a iluminarse con una luz cálida y reconfortante hasta desvanecerse por completo.

Cuando salieron afuera, vieron que ya no quedaba rastro alguno de la vieja casa embrujada; en su lugar había un bello jardín florecido lleno de vida. El Padre Tomás abrazó a los hermanos con gratitud y admiración por su valentía y compasión hacia aquel espíritu perdido.

Juntos regresaron al pueblo donde fueron recibidos como héroes. Desde ese día en adelante, Martina and Lucas supieron que no existía ningún mal tan grande que pudiera vencer el poder del amor fraternal y la bondad del corazón humano.

FIN.

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