El secreto de la mariposa sabia



Había una vez un niño llamado Leo que siempre estaba gruñón. Se enojaba por todo: si le quitaban un juguete, si no le salían las cosas como quería, o simplemente porque sí.

Sus padres y amigos trataban de animarlo, pero parecía que el enojo era su compañero constante. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Leo perdió un partido de fútbol y se enfureció tanto que comenzó a gritar y patear el balón con fuerza.

Sus amigos se alejaron asustados, dejándolo solo en medio del campo. Leo se quedó allí sentado, mirando al suelo con los puños apretados de rabia. De repente, escuchó una risa suave a su lado.

Era una mariposa de colores brillantes que revoloteaba alegremente. "¿Por qué estás tan enojado?", preguntó la mariposa con voz melodiosa. Leo frunció el ceño y respondió bruscamente: "¡Porque perdí el partido y me siento mal!".

La mariposa se posó delicadamente sobre su hombro y le dijo: "El enojo no te ayuda a solucionar las cosas. Es como una nube negra que oscurece tu corazón y no te deja ver la luz". Leo la miró sorprendido.

Nunca nadie le había hablado así antes. Intrigado, decidió seguir escuchando lo que la mariposa tenía para decirle. La mariposa continuó: "Cuando te enojas, pierdes la oportunidad de disfrutar lo bueno que hay a tu alrededor.

Deja ir ese sentimiento negativo y abre tu corazón a la alegría y la gratitud". Leo reflexionó sobre las palabras de la sabia mariposa y poco a poco sintió cómo su rabia se iba disolviendo como por arte de magia.

Miró a su alrededor y vio a sus amigos preocupados observándolo desde lejos. Se levantó lentamente del suelo, respiró profundo y les hizo señas para que se acercaran. Con voz serena les dijo: "Perdón por mi actitud grosera antes.

A veces me cuesta controlar mi temperamento, pero estoy trabajando en ello". Sus amigos sonrieron aliviados al escuchar sus palabras sinceras y pronto volvieron a jugar juntos como si nada hubiera pasado.

Desde ese día, Leo aprendió a manejar mejor su enojo gracias a la valiosa lección de la mariposa. Descubrió que expresar sus emociones de forma positiva era mucho más gratificante que dejarse llevar por la ira sin control.

Y así, Leo el niño gruñón se convirtió en Leo el niño risueño, dispuesto siempre a encontrar el lado bueno de las cosas y compartir su alegría con quienes lo rodeaban.

FIN.

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