El secreto de la palmera canaria
Había una vez, en la época aborigen de Canarias, un grupo de niños y niñas que vivían en armonía con la naturaleza. Ellos sabían que la palmera canaria era vital para su comunidad, ya que les proporcionaba todo lo que necesitaban para vivir de manera sostenible.
- ¡Hoy iremos a buscar hojas de palma para reparar el techo de la choza! - exclamó Ana, una niña curiosa y valiente.
- Sí, y luego podremos recolectar los frutos de las palmeras para llevar comida a casa - agregó Diego, su amigo aventurero.
Los niños y niñas se adentraron en el bosque, cuidando de no dañar las palmeras. Con delicadeza, cortaron solo las hojas necesarias, sabiendo que las palmeras necesitaban sus hojas para crecer fuertes y sanas. Después, recolectaron los frutos maduros, agradeciendo a la palmera por brindarles alimento.
Mientras regresaban a sus chozas, se toparon con Don Lorenzo, un sabio aborigen que conocía el secreto de la palmera canaria.
- Niños, es importante que cuidemos de las palmeras, ya que ellas nos brindan todo lo que necesitamos para vivir en armonía con la naturaleza. Su savia nos da la miel de palma, un delicioso manjar, pero debemos extraerla con cuidado, para no dañar a los árboles - les explicó Don Lorenzo.
Los niños escucharon atentamente, asombrados por el conocimiento del sabio. Decidieron seguir sus consejos y cuidar aún más de las palmeras, asegurándose de que la regeneración y conservación de este tesoro natural perdurara para las generaciones futuras.
Con el tiempo, los niños y niñas se convirtieron en guardianes de la palmera canaria, enseñando a otros el valor de cuidar de la naturaleza. La comunidad vivió en armonía con las palmeras, asegurando que siempre hubiera suficientes hojas para techos, frutos para alimentos y savia para la miel de palma. Juntos, lograron mantener un entorno natural sostenible.
Y así, la palmera canaria siguió siendo un tesoro para la isla, cuidada y respetada por todos sus habitantes.
FIN.