El secreto de la Seño Laura



Había una vez en un colegio muy especial, donde los niños y niñas eran muy traviesos y desordenados. En particular, el salón de clases de la Seño Laura siempre estaba hecho un desastre.

Los pupitres estaban desordenados, los libros tirados por el suelo y los lápices y marcadores regados por todas partes. Un día, la Seño Laura decidió que ya era suficiente y les dijo a sus alumnos:- ¡Chicos y chicas! Hoy vamos a hacer algo distinto.

Vamos a aprender sobre la importancia del orden y la organización. Los niños se miraron entre sí con curiosidad, sin saber qué esperar.

La Seño Laura les explicó que el desorden no solo dificultaba encontrar las cosas, sino que también generaba caos en sus mentes. - Para poder aprender y ser felices, necesitamos tener nuestro espacio ordenado - les dijo con una sonrisa. Los niños asintieron con atención mientras la Seño Laura comenzaba a enseñarles cómo organizar el salón.

Juntos limpiaron cada rincón, guardaron los materiales en su lugar correspondiente y arreglaron los pupitres de forma prolija.

Al principio costó un poco acostumbrarse al cambio, pero pronto descubrieron lo fácil que era mantener todo en orden una vez que se acostumbraban a hacerlo todos los días. Pero la verdadera sorpresa llegó al día siguiente.

Cuando los niños entraron al salón de clases, se encontraron con un espectáculo maravilloso: ¡todo brillaba de limpio y estaba perfectamente ordenado! Había carteles coloridos decorando las paredes, las mesas estaban relucientes y hasta había plantas verdes adornando las ventanas. - ¡Wow! ¿Qué pasó aquí? - exclamaron los niños sorprendidos.

La Seño Laura les explicó que durante la noche unos duendecillos mágicos habían visitado el salón para premiarlos por su esfuerzo en mantener todo en orden.

Los niños no podían creerlo, ¡habían sido recompensados con magia! A partir de ese día, los niños del colegio aprendieron que mantener el orden no solo era importante para tener un espacio bonito, sino también para sentirse bien consigo mismos y facilitar su aprendizaje.

Y así, gracias a la lección de la Seño Laura y la visita de los duendecillos mágicos, el salón de clases se convirtió en el lugar más organizado y feliz del colegio. Y cada vez que alguien intentaba desordenarlo nuevamente, recordaban esa maravillosa experiencia llena de magia e inspiración que habían vivido juntos.

FIN.

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