El secreto de las buenas cosechas



En un pequeño pueblo llamado Coripata, se contaba la maravillosa leyenda de los duendes que cuidaban las chacras durante las noches. Los habitantes de este lugar creían firmemente en la existencia de estos seres mágicos, ya que siempre que se acercaba la hora de la siembra, las cosechas eran abundantes y prósperas. Todos sabían que el secreto detrás de estas bendiciones provenía del cuidado nocturno de los duendes.

Luisito era un niño curioso y travieso que había escuchado las historias sobre los duendes desde que era muy pequeño. Fascinado por la idea de conocer a estos seres mágicos, decidió emprender una aventura para descubrir la verdad detrás de la leyenda. Una noche, mientras todos en el pueblo dormían, se escapó sigilosamente de su casa y se adentró en las oscuras chacras.

A medida que la luna se alzaba en el cielo, Luisito avistó unas diminutas sombras moviéndose entre las plantas. ¡Eran los duendes! No eran más altos que una planta de maíz y tenían ropas coloridas que brillaban bajo la luz de la luna. Impresionado por su presencia, se acercó lentamente a ellos.

- ¡Hola, duendecitos! -saludó con entusiasmo.

Los duendes, sorprendidos por la presencia del niño, se acercaron con cautela. Uno de ellos, llamado Tito, le preguntó con voz ronca:

- ¿Qué haces aquí, niño humano?

Luisito les explicó que había escuchado las historias sobre su labor en las chacras y quería verlos con sus propios ojos. Los duendes, al escuchar la sinceridad en las palabras del niño, sonrieron con simpatía.

- Es bueno verte, Luisito. Nosotros cuidamos las chacras durante la noche para que en el día todos tengan alimentos saludables. Es un trabajo duro, pero gratificante -explicó Tito.

- ¿Puedo ayudarlos de alguna manera? -preguntó el niño con emoción.

Los duendes intercambiaron miradas cómplices y luego le pidieron a Luisito que los ayudara a recolectar las hierbas medicinales que crecían en las orillas de las chacras. Con alegría, el niño se unió a ellos y juntos recolectaron las plantas, compartiendo risas y consejos sobre el cuidado de las cosechas.

Poco después del amanecer, los tres regresaron al pueblo. Luisito había descubierto el increíble secreto detrás de las buenas cosechas: la colaboración entre los seres humanos y los duendes. A medida que el tiempo pasaba, Luisito continuó visitando a sus amigos mágicos, aprendiendo valiosas lecciones sobre el respeto por la naturaleza y la importancia del trabajo en equipo.

Desde entonces, el pueblo de Coripata prosperó aún más, ya que los habitantes se unieron para cuidar sus tierras con amor y gratitud, sabiendo que la magia de los duendes combinada con el esfuerzo humano traería cosechas abundantes cada año.

FIN.

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