El secreto de las estrellas



Había una vez un niño llamado Juanito que vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles altos y misteriosos. Desde muy pequeño, Juanito le tenía un miedo tremendo a la oscuridad.

Cada noche, cuando llegaba la hora de irse a dormir, su corazón comenzaba a latir con fuerza y sus manos sudaban frío. "Mamá, ¿puedes dejar la puerta entreabierta? Tengo miedo de la oscuridad", pedía Juanito todas las noches.

Su mamá siempre trataba de calmarlo y le explicaba que no había nada que temer en la oscuridad, pero el miedo de Juanito seguía ahí, acechándolo como una sombra. Una noche, mientras Juanito se acurrucaba bajo las sábanas intentando vencer su temor, algo inesperado sucedió.

De repente, una figura oscura y fantasmal se materializó frente a él. Era el fantasma de la oscuridad, con ojos brillantes y una risa tenebrosa.

"¡Muajaja! Soy el fantasma de la oscuridad y he venido por ti", dijo el fantasma con voz grave y escalofriante. Juanito sintió un frío intenso recorrer su cuerpo. Tenía tanto miedo que sin darse cuenta se hizo pis encima. El susto fue tan grande que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

"¡Por favor, déjame en paz! No quiero hacerte daño", sollozó Juanito entre sollozos. El fantasma se detuvo un momento al ver al niño temblar de terror. Poco a poco, su expresión cambió y pareció enternecerse ante el miedo sincero de Juanito.

"Niño, no he venido para asustarte. Solo quería mostrarte algo importante", dijo el fantasma con tono más amable. Juanito levantó la mirada con curiosidad mezclada con temor.

El fantasma extendió su mano hacia él y lo llevó volando por los oscuros pasillos de la noche estrellada.

Durante el viaje nocturno, el fantasma le mostró a Juanito cómo las sombras podían ser solo reflejos de la luz lunar bailando entre los árboles; cómo cada ruido en la penumbra era simplemente el murmullo del viento acariciando las hojas; cómo los sueños podían tejer historias maravillosas en medio del silencio nocturno. Al final del recorrido nocturno, Juanito ya no sentía tanto miedo como antes.

Había descubierto que detrás de cada sombra se escondían secretos fascinantes esperando ser descubiertos por valientes exploradores como él mismo. Cuando regresaron a su habitación, el fantasma desapareció lentamente dejando tras de sí una estela luminosa que iluminó toda la habitación.

Juanito sonrió tímidamente y cerró los ojos sintiéndose seguro y protegido por esa luz cálida que lo envolvía. Desde aquella noche especial, Juanito dejó atrás su miedo a la oscuridad y aprendió a verla como una aliada en sus aventuras nocturnas imaginarias.

Y cada vez que recordaba al amigable fantasma de la oscuridad, sabía que nunca estaba solo en medio de las sombras.

FIN.

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