El secreto de las frutas mágicas



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Palabra, una profesora de lengua muy especial. Su nombre era Tamara y siempre estaba buscando maneras creativas de enseñar a sus alumnos.

Un día, decidió sorprenderlos con algo diferente: les llevó frutas frescas para la clase. Los niños entraron al aula y se encontraron con una mesa llena de coloridas frutas: manzanas rojas, plátanos amarillos, naranjas jugosas y uvas moradas.

Sus ojos se iluminaron al ver aquel festín natural. Tamara sonrió y dijo: "Hoy vamos a aprender sobre las diferentes palabras que podemos usar para describir estas deliciosas frutas. ¿Quién quiere empezar?"Micaela levantó la mano emocionada y exclamó: "¡Yo! Las manzanas son redondas, crujientes y sabrosas".

Los demás asintieron mientras disfrutaban su bocado. Luego fue el turno de Juanito quien dijo: "Los plátanos son largos, amarillos y dulces". Todos estuvieron de acuerdo mientras pelaban sus propios plátanos.

Después llegó Sofía quien agregó: "Las naranjas son jugosas, anaranjadas y refrescantes". Los niños asintieron mientras saboreaban el zumo cítrico que brotaba al morderlas. La última en hablar fue Valentina quien comentó: "Las uvas son pequeñas, moradas y jugosas".

Todos aplaudieron entusiasmados mientras compartían las uvas entre ellos. Tamara estaba feliz al ver cómo los niños aprendían nuevas palabras mientras disfrutaban las frutas. Pero entonces sucedió algo inesperado: las frutas empezaron a brillar intensamente y un arcoíris mágico apareció sobre la mesa.

Los niños se miraron sorprendidos, pero antes de que pudieran decir algo, una voz misteriosa resonó en el aula: "¡Hola chicos! Soy Frutita, la hada de las frutas. He venido para enseñarles una lección muy importante".

Los ojos de los niños se abrieron aún más mientras escuchaban atentamente. Frutita continuó: "Cada una de estas frutas tiene su propia personalidad y cualidades únicas.

Pero lo más importante es que todas ellas nos dan energía y nos ayudan a crecer fuertes y saludables". Los niños asintieron con interés mientras Frutita les mostraba cómo cada fruta contenía diferentes vitaminas y nutrientes esenciales para su cuerpo. Entonces, Frutita hizo un gesto mágico y las frutas se convirtieron en pequeños personajes animados.

La manzana era tierna y amigable, el plátano era divertido y bromista, la naranja era sabia y comprensiva, y las uvas eran juguetonas y cariñosas. Todos los niños quedaron fascinados por aquel espectáculo mágico.

A partir de ese momento, aprendieron no sólo sobre palabras nuevas para describir las frutas, sino también sobre la importancia de llevar una alimentación equilibrada. Cuando terminó la clase, Tamara preguntó a sus alumnos qué habían aprendido ese día.

Micaela respondió emocionada: "Aprendimos que las frutas son deliciosas pero también muy importantes para nuestra salud". Los demás asintieron y estuvieron de acuerdo. Desde aquel día, los niños de Villa Palabra se convirtieron en grandes amantes de las frutas.

Siempre llevaban su merienda saludable al colegio y compartían con otros compañeros la importancia de una alimentación equilibrada.

Y así, gracias a Tamara y a Frutita, los niños aprendieron que las palabras pueden ser divertidas y educativas, pero también descubrieron el maravilloso mundo de las frutas y cómo estas pueden ayudarles a crecer fuertes y saludables.

FIN.

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