El secreto de las luciérnagas
Había una vez en un pequeño pueblo tres niñas curiosas y valientes: Sofía, Martina y Valentina.
Sofía era hábil con el hacha para esculpir madera que su abuelo le había regalado, Martina siempre llevaba consigo una linterna y Valentina era conocida por su gran imaginación. Una noche, las tres amigas decidieron aventurarse en el bosque cercano al pueblo.
Armadas con la valentía de la juventud y la curiosidad que solo los niños tienen, se adentraron en la oscuridad sin imaginar lo que encontrarían. "¡Qué emocionante es esto! Nunca habíamos salido de noche", exclamó Sofía mientras caminaban entre los árboles iluminados por la tenue luz de la linterna de Martina.
"Sí, es como estar en una aventura de verdad", dijo Valentina con entusiasmo. De repente, entre las sombras del bosque, vieron destellos brillantes que las dejaron sin aliento. Se acercaron sigilosamente y descubrieron una cascada iluminada por cientos de luciérnagas danzantes. Era realmente maravilloso.
"¡Es increíble! Nunca imaginé ver algo tan hermoso", susurró Martina maravillada. "¡Parece magia! Como si las luciérnagas bailaran solo para nosotras", dijo Valentina con admiración en sus ojos.
Las niñas se sentaron junto a la cascada y observaron maravilladas el espectáculo natural frente a ellas. Las luciérnagas volaban formando figuras brillantes que parecían contar historias antiguas. Fue un momento mágico e inolvidable para las tres amigas.
De regreso a casa, cada una guardó en su corazón aquel recuerdo especial que las uniría aún más como amigas inseparables. Aquella noche aprendieron que la naturaleza guarda tesoros maravillosos para quienes se atreven a explorarla con respeto y admiración.
Desde entonces, Sofía siguió practicando con su hacha para crear esculturas inspiradas en la belleza del bosque, Martina nunca olvidó llevar consigo su linterna para iluminar los caminos oscuros y Valentina continuó dejando volar su imaginación en cada aventura que vivían juntas.
Y así, entre risas y secretos compartidos, las tres niñas siguieron descubriendo el mundo con ojos llenos de asombro y corazones rebosantes de amor por la naturaleza y por esa amistad única e irremplazable que las unió bajo aquella cascada iluminada por luciérnagas danzantes.
FIN.