El secreto de las multiplicaciones
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Aritmética, un niño llamado Carlos que tenía 9 años y un gran deseo de ser el mejor de su clase.
Sin embargo, había algo que le costaba mucho trabajo: aprender a multiplicar. Desde que comenzaron las clases de matemáticas en la escuela, Carlos se esforzaba al máximo para entender cómo funcionaban las multiplicaciones. Pero por más que lo intentara, parecía que las tablas de multiplicar se le resistían.
Un día, mientras caminaba por el parque pensando en sus dificultades con las multiplicaciones, Carlos se encontró con Doña Matilda, una anciana muy sabia del pueblo conocida por su habilidad para enseñar matemáticas a los niños.
- Buenos días, Doña Matilda -saludó Carlos tímidamente. - Buenos días, querido Carlos. Veo en tu rostro que algo te preocupa. ¿Puedo ayudarte en algo? -respondió amablemente la anciana.
Carlos decidió contarle a Doña Matilda sobre sus problemas para aprender a multiplicar y su deseo de ser el mejor de su clase. La anciana escuchó atentamente y le sonrió con ternura. - No te preocupes, querido Carlos. Todos tenemos dificultades en algún momento.
Lo importante es no rendirse y buscar nuevas formas de aprender -aconsejó Doña Matilda. La anciana invitó a Carlos a su casa y juntos comenzaron a practicar las tablas de multiplicar de una manera diferente y divertida.
Utilizaron juegos didácticos, dibujos coloridos e incluso cantaron canciones para memorizar las multiplicaciones. Después de varias semanas de práctica constante con Doña Matilda, llegó el día del examen de matemáticas en la escuela. Carlos estaba nervioso pero recordaba todo lo aprendido junto a la sabia anciana.
Al recibir los resultados del examen, todos los niños estaban sorprendidos al ver que Carlos había obtenido la calificación más alta en multiplicaciones.
El pequeño no podía contener su alegría al darse cuenta de que había logrado su objetivo gracias al apoyo y enseñanzas de Doña Matilda. Desde ese día, Carlos se convirtió en un ejemplo para sus compañeros al demostrarles que con esfuerzo y perseverancia se pueden superar cualquier obstáculo.
Y aunque todavía quedaban muchas cosas por aprender, él sabía que siempre podría contar con la ayuda de personas como Doña Matilda dispuestas a guiarlo en el camino del conocimiento.
FIN.