El Secreto de las Nubes


Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Pueblo Azul, vivía una niña llamada Luna. Luna era muy especial porque tenía el don de ver formas en las nubes.

Mientras los demás veían simples nubes blancas en el cielo, Luna podía distinguir animales, castillos y hasta caras sonrientes entre ellas. Un día, mientras paseaba por el campo con su perro Copito, Luna levantó la mirada al cielo y vio una nube que parecía un elefante gigante.

Se emocionó tanto que comenzó a saltar de alegría y a señalar hacia arriba para que Copito también pudiera verla. "¡Copito, mira! ¡Es un elefante enorme con orejas muy largas!", exclamó Luna emocionada.

Copito ladró felizmente mientras movía la cola, contagiado por la emoción de su dueña. Juntos siguieron caminando y observando las distintas formas que las nubes iban tomando en el cielo. De repente, una tormenta se acercó rápidamente al pueblo.

La gente empezó a correr para resguardarse de la lluvia, pero Luna decidió quedarse afuera para observar cómo las nubes se volvían más oscuras y tomaban formas aún más sorprendentes.

"Mira, Copito, esa parece una ballena nadando en el mar", dijo Luna señalando una enorme nube grisácea que se desplazaba velozmente por el cielo. Copito ladraba emocionado cada vez que Luna identificaba una nueva forma en las nubes. De repente, entre relámpagos y truenos, apareció una nube con forma de corazón brillante.

"¡Mira ese corazón brillante! Creo que es nuestra señal para encontrar un refugio seguro", expresó preocupada Luna mientras acariciaba a Copito. Juntos corrieron hacia un gran árbol cercano donde pudieron resguardarse de la lluvia torrencial.

Desde allí observaron cómo las formas en las nubes cambiaban constantemente hasta que finalmente el sol volvió a brillar entre las gotas de lluvia.

Al salir del refugio natural del árbol, Luna vio cómo un arcoíris se formaba en el cielo como si fuera un puente mágico que conectaba dos mundos. Se sintió maravillada por la belleza del espectáculo natural y agradecida por haber compartido ese momento con Copito.

"Gracias por cuidarme siempre y por ayudarme a ver más allá de lo común", le susurró Luna a su fiel amigo animal. Esa noche, antes de dormir, Luna miró por última vez al cielo estrellado desde su ventana y pensó en todas las historias que había descubierto entre las nubes.

Sabía que cada forma tenía algo especial para contarle si prestabas suficiente atención y dejabas volar tu imaginación como ella lo hacía.

Desde entonces, Luna siguió viendo al cielo con ojos llenos de asombro e inspiración; sabiendo que cada nube escondía secretos esperando ser descubiertos por aquellos dispuestos a soñar despiertos como ella lo hacía todos los días junto a su fiel compañero Copito. Y juntos continuaron explorando el mundo lleno de magia que solo aquellos con corazón puro pueden percibir.

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