El Secreto de las Paltas Mágicas


Había una vez una niña llamada Joaquina, quien tenía dos años y vivía junto a sus papás, Juli y Ale. A Joaquina le encantaban las paltas, esas deliciosas frutas verdes y cremosas que siempre le hacían agua la boca.

Un día, su abuela decidió hacerle una visita sorpresa a Joaquina. La abuela sabía lo mucho que le gustaban las paltas, así que se fue al mercado a comprar un montón de ellas para llevarle como regalo.

Cuando llegó a casa de Joaquina, la abuela tocó la puerta con entusiasmo. Juli y Ale abrieron la puerta emocionados al verla. "¡Abuela! ¡Qué sorpresa tan maravillosa!", exclamaron.

La abuela entró en la casa cargada con bolsas llenas de paltas frescas y jugosas. "¡Hola mi princesita Joaqui!", saludó la abuela mientras buscaba un lugar para poner todas las paltas. Joaquina corrió hacia su abuelita con los brazos extendidos. "¡Abueeeela!", gritó emocionada.

La abuela sonrió mientras tomaba a Joaquina en sus brazos. "Tengo algo especial para ti", dijo sacando una palta de su bolsillo. Joaquina no podía contener su emoción al ver esa deliciosa fruta en las manos de su abuelita.

Con una sonrisa radiante en el rostro, aceptó el regalo y comenzó a jugar con ella como si fuera un tesoro precioso. Todos se sentaron alrededor de la mesa mientras disfrutaban de un rico almuerzo preparado por Juli.

La abuela aprovechó ese momento para contarles una historia a Joaquina sobre las paltas. "Hace mucho tiempo, en un lugar lejano, había un árbol mágico que daba las mejores paltas del mundo", comenzó la abuela. Joaquina escuchaba atentamente mientras mordisqueaba su palta con alegría.

"Este árbol era muy especial porque tenía el poder de hacer realidad los deseos de aquellos que cuidaban y amaban sus frutos", continuó la abuela. Juli y Ale se miraron sorprendidos.

Nunca habían oído hablar de un árbol así antes. "¿Y cómo se llamaba ese árbol, abuelita?", preguntó Joaquina curiosa. La abuela sonrió y respondió: "Se llamaba El Árbol de las Paltas Mágicas". Joaquina quedó fascinada con la historia y decidió que quería visitar ese árbol algún día.

Pero mientras tanto, disfrutaría al máximo cada palta que tuviera en sus manos. A partir de ese día, Joaquina desarrolló una verdadera pasión por las paltas.

Aprendió a cocinar diferentes recetas con ellas junto a su mamá Juli, quien también adoraba esa fruta verde y cremosa.

Con el tiempo, la familia entera se convirtió en expertos en el arte de disfrutar las paltas de todas las formas posibles: desde guacamole hasta ensaladas frescas llenas de trozos jugosos de esta maravillosa fruta. Y así fue como Joaquina descubrió no solo el sabor delicioso de las paltas, sino también la importancia de compartir momentos especiales en familia alrededor de una mesa llena de amor y sabores únicos.

Desde aquel día, cada vez que la abuela visitaba a Joaquina, le llevaba paltas frescas como símbolo de su amor y conexión especial. Y juntas, disfrutaban cada bocado con alegría y gratitud por tenerse mutuamente.

Y así, Joaquina creció rodeada de amor y paltas mágicas que siempre le recordarían los hermosos momentos compartidos junto a su abuelita y sus papás. Fin.

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