El Secreto de los Buenos Gestos



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una escuela llena de niños alegres y curiosos. La Escuela Primaria Arcoíris era un lugar en donde se aprendían muchas cosas, desde matemáticas hasta arte. Pero, sobre todo, había un gran jardín donde se cultivaban los valores de la amistad y la solidaridad.

Un día, la maestra Ana, una docente muy querida, decidió que era el momento de aprender sobre las buenas acciones.

"Hoy haremos un ejercicio especial. Cada uno de ustedes escribirá en un papel una buena acción que le gustaría realizar en los próximos días," explicó con entusiasmo.

Los niños comenzaron a pensar. Algunos escribieron sobre ayudar a sus compañeros, otros sobre cuidar a las mascotas, y algunos más sobre recoger basura en el parque.

Sin embargo, había un grupo de tres niños, Mateo, Lucas y Valentina, que no estaban muy interesados en las buenas acciones.

"¿Por qué ayudar a los demás? Nunca me devuelven el favor," dijo Mateo.

"Sí, y a veces trae problemas, como perder tiempo en el recreo," agregó Lucas.

"A mí no me gusta ensuciarme ayudando a los demás. Prefiero quedarme en casa jugando videojuegos," terminó Valentina con desdén.

No obstante, la maestra Ana decidió que era el momento de mostrarles la importancia de lo que estaban despreciando. Así que organizó una excursión al parque local. Allí, los niños podrían vivir en carne propia los resultados de sus acciones.

Cuando llegaron, se dieron cuenta de que el parque estaba lleno de basura, y muchos niños estaban jugando, pero no lo hacían felices, ya que el lugar se veía muy descuidado.

"¿Ven esto?" dijo la maestra Ana. "Si todos hacemos una buena acción, como recoger basura, podríamos transformar este lugar en un paraíso para jugar. ¿Se animan?"

Mateo, Lucas y Valentina se miraron entre sí. No estaban muy seguros.

"No sé, maestra. Es un montón de trabajo, y seguro que no todos nos ayudarán," protestó Mateo.

"Pero si no lo intentamos, el lugar seguirá siendo un desastre, y nosotros también podríamos contribuir a que luzca mejor," argumentó la maestra, esperanzada.

Con un suspiro resignado, los tres niños decidieron unirse al grupo y, para su sorpresa, comenzaron a recoger la basura. Al principio fue algo tedioso, pero a medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de que no solo estaban limpiando el lugar, sino que también estaban compartiendo risas y buenos momentos juntos.

"Mirá cuánta basura podemos recoger entre todos. ¡Es increíble!" exclamó Valentina, ahora más animada.

"Sí, es como si estuviéramos haciendo un cambio real," agregó Lucas mientras levantaba una bolsa llena de desechos.

Mientras más recogían, más se daba cuenta el trío de que estaba transformando el parque totalmente. En cuestión de hora, los niños lograron llenar cinco bolsas de basura.

Al terminar, los niños se sentaron todos juntos a disfrutar de un merecido descanso, con un gran sentimiento de satisfacción.

"Estoy orgulloso de lo que hicimos," comentó Mateo, mirando el parque limpio y ordenado.

"Nunca pensé que trabajar juntos podría ser tan divertido," añadió Valentina, sonriendo.

La maestra Ana los miraba con alegría.

"Así es, chicos. Las buenas acciones, aunque a veces no lo parezcan, pueden traer felicidad y unir a las personas. A partir de hoy, no solo se trata de hacer cosas buenas, sino de disfrutar el proceso y saber que estamos contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor."

De regreso a la escuela, los tres niños no podían esperar a contarles a sus compañeros lo que habían aprendido. Desde ese día, hicieron un esfuerzo por realizar buenas acciones: ayudar a sus compañeros, cuidar el jardín de la escuela, y hasta organizar días de limpieza en su comunidad.

Y así, en la Escuela Primaria Arcoíris, las buenas acciones florecieron como las flores en el jardín, enseñando a todos sobre la importancia de ayudar a los demás y cuidar el mundo que compartimos.

Fue así como Mateo, Lucas y Valentina se convirtieron en los principales defensores de las buenas acciones, y con su nuevo grupo de amigos, siempre estaban listos para aprender y crecer juntos. No solo aprendieron que ayudar se sentía bien, sino que, además, se divertían mientras lo hacían. Y el jardín de Arcoíris iba a florecer más que nunca, gracias a la magia de las acciones buenas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!