El secreto de los colores


Había una vez en un pueblo de la sierra, un niño llamado Mateo, que sentía una gran curiosidad por los colores. Todos los días observaba maravillado el hermoso arcoíris que aparecía en el cielo después de la lluvia.

Un día, Mateo decidió preguntar a su abuelo, Don Manuel, sobre el secreto de los colores. -Abuelo, ¿cómo hacen los colores para ser tan hermosos? -preguntó Mateo con ojos brillantes.

Don Manuel sonrió y le dijo: -Eso es un secreto muy especial, Mateo. Los colores tienen la capacidad de transmitir emociones y sentimientos. Los colores vivos como el rojo representan la pasión y la energía, el amarillo la alegría y el optimismo, el azul la tranquilidad y la serenidad, y así sucesivamente.

-¡Qué maravilla! ¿Pero cómo puedo yo descubrir el secreto de los colores? -preguntó Mateo emocionado. -Hay una leyenda que cuenta que en lo más alto de la montaña sagrada vive el espíritu de los colores.

Si logras llegar hasta allí con valentía y pureza en el corazón, tal vez el espíritu te revelará el secreto que buscas -respondió Don Manuel. Decidido a descubrir el misterio, Mateo emprendió un viaje hacia la montaña sagrada.

Durante su travesía, enfrentó diversos desafíos y aprendió a ser valiente, perseverante y solidario. Finalmente, llegó a la cima de la montaña y se encontró con un espíritu radiante y colorido.

-¡Oh, espíritu de los colores! Quisiera saber el secreto para ser como tú -dijo Mateo con humildad. El espíritu sonrió y le dijo: -El secreto de los colores, querido Mateo, está en comprender la belleza de la diversidad y en cultivar la armonía en tu corazón. Los colores no compiten, se complementan.

Cada uno tiene su lugar y su importancia en el mundo. Si logras ver la belleza en la diferencia y respetas a los demás, habrás entendido el secreto. Mateo regresó al pueblo con el corazón rebosante de sabiduría.

Compartió con todos la lección que aprendió y les enseñó a apreciar la diversidad de colores y personalidades. Desde entonces, el pueblo se llenó de armonía y alegría, y cada arcoíris que aparecía en el cielo era un recordatorio del importante secreto que Mateo descubrió.

Y así, Mateo se convirtió en un sabio que enseñaba a todos el valor de la diversidad y la armonía en el mundo.

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