El secreto de los colores en Mezclaville
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Mezclaville, donde todas las cosas estaban hechas de sastancias mágicas que podían mezclarse y separarse con distintas técnicas.
En este pueblo vivían dos amigos muy curiosos y aventureros: Martín, un niño ingenioso, y Lola, una niña valiente. Un día, Martín y Lola descubrieron que si combinaban la sastancia azul con la amarilla, se convertían en verde.
Fascinados por esta revelación, decidieron experimentar con diferentes mezclas para ver qué otros colores podían crear. "¡Lola, vamos a probar mezclar la sastancia roja con la amarilla! Seguro que obtenemos un color naranja", exclamó Martín emocionado.
"¡Sí! Y luego podemos intentar combinar la sastancia verde con la azul para obtener el color morado", respondió Lola entusiasmada. Así pasaron el día explorando las posibilidades infinitas de mezclar sastancias y creando colores sorprendentes. Pero cuando llegó la noche, se dieron cuenta de que habían creado una mezcla tan poderosa que no sabían cómo separarla.
"¡Oh no, Martín! ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡No podemos dejar que esta mezcla nos gane!", dijo Lola preocupada. Martín recordó entonces algo que su abuelo le había enseñado sobre las técnicas de separación de mezclas.
Decidieron ir a buscar al anciano sabio del pueblo para pedirle ayuda. El anciano les explicó que existían varias formas de separar una mezcla dependiendo de sus propiedades.
Juntos, elaboraron un plan para utilizar la destilación y así lograr separar los colores que habían creado accidentalmente. Con paciencia y trabajo en equipo, Martín y Lola lograron separar cada color y devolver la armonía al pueblo de Mezclaville.
Aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de conocer las propiedades de los materiales con los que trabajamos y cómo aplicar técnicas adecuadas para resolver problemas inesperados. Desde ese día en adelante, Martín y Lola se convirtieron en expertos en manipular sastancias mágicas y compartieron sus conocimientos con todos los habitantes del pueblo.
Juntos descubrieron nuevos colores e inventaron increíbles creaciones que llenaron Mezclaville de alegría y creatividad.
Y así, gracias a su curiosidad, determinación y espíritu colaborativo, Martín y Lola demostraron que cualquier problema puede resolverse si trabajamos juntos y nunca dejamos de aprender.
FIN.