El secreto de los libros mágicos


En un reino encantado, donde los cuentos de hadas cobraban vida, vivía un duende travieso llamado Trasto.

A diferencia de los demás duendes que disfrutaban jugando y ayudando a la gente del reino, a Trasto no le gustaba que los niños leyeran cuentos. Por eso, decidió robar todos los libros que encontraba para comérselos. La princesa Luna, una joven valiente y curiosa, vivía en el castillo junto a los niños del reino.

Un día, al darse cuenta de que los libros desaparecían misteriosamente, decidió investigar qué estaba sucediendo. Con la ayuda de sus amigos más cercanos, el caballero Leo y la hada Estrella, emprendió la búsqueda del responsable.

Una mañana soleada, mientras paseaba por el jardín del castillo, la princesa Luna vio a Trasto escondido detrás de un árbol mordisqueando uno de los libros robados. Sorprendida por lo que veía, se acercó lentamente al duende.

"¡Hola Trasto! ¿Qué estás haciendo con esos libros?", preguntó Luna con voz amable pero firme. El duende se sobresaltó al ser descubierto y trató de huir rápidamente. Sin embargo, la princesa Luna lo detuvo con gentileza y le pidió explicaciones sobre su comportamiento.

"No me gusta que los niños lean cuentos", murmuró Trasto avergonzado. Luna comprendió enseguida que el duende actuaba así porque nunca había tenido la oportunidad de disfrutar de las historias maravillosas que contenían aquellos libros.

Con paciencia y compasión, la princesa comenzó a contarle algunos relatos fascinantes: aventuras épicas de valientes caballeros y hermosas hadas; viajes emocionantes a tierras lejanas llenas de magia y misterio; amistades sinceras capaces de superar cualquier obstáculo.

Poco a poco, el corazón del duende se fue ablandando mientras escuchaba atentamente cada palabra de Luna. Comenzó a comprender el valor inmenso que tenían esos libros robados y cómo podían cambiar su forma de ver el mundo para siempre.

"¿Quieres leer estos cuentos junto con nosotros? Será una experiencia maravillosa", propuso Luna extendiéndole uno de los libros recuperados. Trasto aceptó emocionado e intrigado por descubrir ese nuevo universo literario que se abría ante él.

Desde ese día en adelante, el duende dejó atrás sus travesuras malvadas para convertirse en un amigo leal y entusiasta defensor de la lectura en el reino. Los niños celebraron felices esta transformación tan inesperada mientras compartían risas y aprendizajes con Trasto.

La princesa Luna sonreía orgullosa al ver cómo algo tan negativo como robar libros se había convertido en una oportunidad única para enseñar valores importantes como la tolerancia y el poder transformador de las palabras escritas.

Y así fue como gracias al amor por las historias compartidas entre amigos dispares pero unidos por un mismo deseo: explorar nuevos mundos a través de las páginas escritas en papel; demostraron que incluso un duende travieso puede encontrar su camino hacia la luz si tiene alguien dispuesto a guiarlo con cariño y comprensión.

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