El Secreto de los Mayores


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado Noah, lleno de curiosidad y ganas de descubrir el mundo que lo rodeaba.

Noah tenía dos grandes amigas, Sofía y Valentina, quienes compartían su misma sed de conocimiento y aventuras. Un día, mientras jugaban en el parque, Noah se detuvo repentinamente y miró a sus amigas con seriedad.

"Chicas" , comenzó él con voz pensativa, "¿alguna vez se han preguntado por qué los adultos hacen cosas que no parecen tener sentido para nosotros?" Sofía levantó una ceja intrigada mientras Valentina asentía con interés. "Sí, como cuando me dejan llorar y luego me dicen que no pasa nada", continuó Noah.

Las tres cabezas empezaron a llenarse de preguntas sin respuestas claras. Decidieron embarcarse juntos en una misión: descubrir la razón detrás de las acciones misteriosas de los adultos. Su primera parada fue la casa de la abuela Carmen.

Con paso decidido tocaron a su puerta y fueron recibidos con cariño. —"Abuela" , comenzó Valentina con valentía infantil, "¿por qué nos dicen que está todo bien cuando estamos tristes?".

La abuela Carmen sonrió con ternura antes de explicarles: "A veces los adultos queremos transmitir calma y seguridad, aunque sepamos que algo nos entristece. Queremos consolarlos sin hacerlos sentir peor".

Con esta respuesta en mente, los tres amigos se dirigieron al mercado del barrio donde encontraron al señor Martín atendiendo su puesto de frutas y verduras. Con curiosidad palpable, Sofía le preguntó: "Señor Martín, ¿por qué nos hacen comer vegetales si preferimos las golosinas?".

El señor Martín les respondió entre risas: "Porque los vegetales son como superhéroes disfrazados; pueden ayudarnos a crecer fuertes y sanos por dentro". Asombrados por las sabias palabras del señor Martín, Noah propuso visitar a la maestra Laura en su escuela.

Una vez frente a ella, Noah planteó su pregunta final: "Maestra Laura, ¿por qué nos piden estudiar matemáticas si preferimos jugar afuera?". La maestra Laura les explicó pacientemente: "Porque las matemáticas son como un juego también; nos enseñan a resolver problemas y pensar lógicamente".

Al regresar al parque al atardecer, Noah, Sofía y Valentina reflexionaron sobre todas las respuestas obtenidas durante el día. Comprendieron que aunque algunas acciones adultas parecieran extrañas o innecesarias a primera vista, tenían un propósito importante detrás.

"¡Vaya día tan increíble hemos tenido!", exclamó emocionado Noah mientras veían caer el sol en el horizonte. Juntos habían descubierto que cada acción tiene una razón especial e importante detrás; solo era cuestión de comprenderla desde otro punto de vista.

Y así termina esta historia inspiradora sobre la curiosidad infantil convertida en aprendizaje invaluable gracias a la sabiduría colectiva de aquellos que ya han recorrido más camino en la vida.

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