El Secreto de los Quiscos y los Loros Tricahues



En un rincón mágico de la Patagonia, una manada de loros tricahues vivía en la copa de los quiscos, esos árboles resistentes y con corazón de oro. Dentro de esta manada, estaba Lulú, una joven loro verde con un espíritu curioso y un sueño en su pecho: viajar más allá de la cima de las montañas.

Un día, mientras Lulú investigaba una nueva rama del quisco, escuchó a su abuela, la sabia Lorena, contándolo un secreto. "-¡Lulú! , ven aquí! Te contaré sobre el Día de las Flores, una celebración mágica que ocurre cada primavera, donde todos los loros se unen para cantar y celebrar la vida en la montaña. Pero hay un misterio que debemos resolver para que este año sea especial. -¿Qué misterio, abuela? -Los Quiscos han dejado de florecer como solían hacerlo y sin su aroma, las flores no vendrán. -¿Y cómo podemos ayudar? -Necesitamos encontrar el Agua Mágica que se encuentra en la Cascada Brillante. Solo así logramos que los quiscos florezcan de nuevo.

Emocionada, Lulú decidió que debía emprender el viaje hacia la Cascada Brillante. -¡Voy a ir a buscar el agua! -exclamó Lulú. -Es peligroso, pequeña. Muchos loros se han perdido en el camino. -Pero si no lo intentamos, nunca sabremos si podemos lograrlo.

Lorena, viendo la determinación de su nieta, la apoyó. -De acuerdo. Te acompañaré en tu aventura, pero tendrás que estar alerta. -¡Gracias, abuela! ¡Vamos!

Así, las dos loritas emprendieron su camino, volando alto sobre las montañas y disfrutando del hermoso paisaje cuando, de repente, se encontraron con un gran río. -¿Cómo lo cruzamos? -preguntó Lulú, preocupada. -Mira, hay troncos flotantes. Si nos apuramos, podríamos atravesar. -insinuó Lorena.

Se lanzaron al agua y, tras un pequeño susto, lograron llegar al otro lado. -¡Lo logramos! -gritó Lulú llena de emoción. Pero no tenían tiempo que perder. Continuaron su camino y pronto encontraron un denso bosque. -Siento algo raro aquí... -comentó Lorena.

De pronto, un ruido fuerte hizo que ambas se detuvieran. Un enorme troll, llamado Roc, apareció ante ellas. -¿Quién tienen la osadía de acercarse a mi bosque? -preguntó con voz profunda. -No queremos problemas, señor. Buscamos el Agua Mágica para ayudar a los quiscos a florecer. -dijo Lorena, temblando un poco. -¿Y qué me ofrecerán a cambio?

Lulú, intentando ser valiente, se le ocurrió una idea. -Si nos dejas pasar, prometemos cantar para ti en el Día de las Flores. -¿Cantar? Eso suena interesante. -Roc sonrió, pero su expresión permanecía dubitativa. -Está bien. Pueden pasar, pero no serán las únicas que deben cantar.

Después de atravesar el bosque, las loritas finalmente llegaron a la Cascada Brillante. El agua relucía con colores que desplazaban la luz. -¡Lo logramos! -dijo Lulú, emocionada. Con un pequeño recipiente improvisado, recolectaron el Agua Mágica y emprendieron el camino de regreso.

Mientras volaban, Lulú y Lorena se sintieron tan ligeras como plumas. Pero en el camino, se dieron cuenta de que los trolls del bosque también estaban interesados en el agua. Un grupo de trolls apareció, pidiendo que se los compartieran. -No podemos, es para los quiscos. -respondió Lorena. -¡Pero nosotros también queremos flores! -dijeron los trolls.

Lulú tuvo otra idea. -¿Qué tal si todos juntos preparamos una fiesta en los quiscos? Ustedes pueden traer la música, y nosotros cantaremos.

Los trolls, maravillados con la propuesta, aceptaron. Con el agua en sus alas, las loritas regresaron a su hogar, listas para hacer que los quiscos florecieran. Cuando rociaron el agua en las raíces, algo mágico sucedió. Los quiscos comenzaron a abrirse, llenando el aire con un dulce olor. Las flores brotaron con colores brillantes. Cuando llegó el Día de las Flores, los loros y los trolls se reunieron bajo los quiscos, y juntos llevaron a cabo una celebración maravillosa.

-Te dije que lo lograríamos, abuela. -dijo Lulú, sonriendo. -Sí, pequeña. Cuando todos trabajamos juntos, los secretos se vuelven magia.

Desde ese día, los quiscos florecieron cada primavera, y cada año, loros y trolls se reunieron para celebrar el Día de las Flores, recordando que la amistad y la solidaridad crean los colores más hermosos en la vida.

FIN.

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