El secreto de Lucas



Era una mañana soleada en la escuela primaria "El Sol Brillante". Lucas, un niño de diez años, estaba ansioso por comenzar el día. Sin embargo, tenía un pequeño secreto que lo acompañaba: a veces, sin darse cuenta, tomaba cosas que pertenecían a sus compañeros.

Ese día, mientras caminaba hacia su salón, vio a su amiga Valentina guardando su lápiz de colores en la mochila.

"¿Me dejás usar tu lápiz, Vale?" - preguntó Lucas con una sonrisa.

Valentina asintió, pero lo que Lucas no sabía era que se llevaría su lápiz consigo, a pesar de que ya tenía varios en su mochila.

Durante el recreo, Lucas decidió jugar al fútbol con sus amigos. Cuando la pelota salió volando, se metió en el arbusto, y cuando Lucas fue a buscarla, encontró un hermoso llavero brillante que pertenecía a su compañero Tomás.

"¡Mirá eso!" - exclamó Lucas mientras levantaba el llavero.

"¿De quién es?" - preguntó Simón, uno de sus compañeros.

"No sé, pero está buenísimo. Lo voy a guardar" - respondió Lucas con brillo en los ojos.

Así, sin pensarlo dos veces, guardó el llavero en su mochila. Pero, a medida que el día avanzaba, Lucas comenzó a sentirse incómodo. Al salir del colegio, vio a Tomás buscando algo.

"¿Qué buscas, Tomi?" - le preguntó.

"¡Mi llavero! Se me perdió, era mi favorito" - contestó Tomás con una expresión de preocupación en su rostro.

Lucas se sintió culpable al recordar el llavero que había guardado. Esa noche, no pudo dormir pensando en lo que había hecho. En el fondo de su corazón, sabía que lo que había hecho estaba mal.

Al día siguiente, decidió hablar con su mamá.

"Mamá, hoy me siento mal. A veces agarro cosas que no son mías y eso me hace sentir triste..." - confesó Lucas.

Su mamá lo miró con dulzura.

"Lucas, es normal sentir curiosidad, pero es importante recordar que lo que no es nuestro no debemos quedárnoslo. Tal vez deberías devolver lo que tienes y hablar con Tomás" - sugirió.

Esas palabras resonaron en la mente de Lucas como un eco. Durante el recreo, se acercó a Tomás.

"Tomi, ¿podemos hablar?" - dijo con voz temblorosa.

"Claro, Lucas. ¿Qué sucede?"

"Yo... encontré algo que es tuyo. Querés verlo..." - Lucas sacó el llavero brillante de su mochila y se lo mostró.

Los ojos de Tomás se iluminaron.

"¡Mi llavero! ¡Estaba tan triste sin él! Muchas gracias, Lucas" - exclamó Tomás, abrazando a su amigo.

En ese momento, Lucas sintió un peso levantarse de su pecho.

"Lo siento por haberlo tomado sin preguntarte. No debí haberlo hecho" - dijo Lucas, avergonzado pero aliviado.

"Está bien, lo importante es que ahora lo tengo de vuelta. Y siempre podés pedírmelo prestado cuando quieras" - respondió Tomás con una sonrisa.

Ese día, Lucas aprendió algo muy importante: lo que realmente importa es ser honesto y respetar lo que es de los demás. No solo devolvió el llavero, sino que también le pidió a Valentina que le dejara usar su lápiz de colores.

"¡Claro, Lucas! Siempre podés contar con mis colores" - dijo Valentina con alegría.

Desde entonces, Lucas siempre recordaba que “las cosas de los demás deben ser respetadas, así como a nuestros amigos”. Y cuando quería algo, se acercaba y preguntaba. Su corazón se llenaba de gusto. Porque lo que realmente lo hacía feliz era compartir y ser un buen amigo.

Y así, Lucas, el niño que aprendió el valor de la honestidad, nunca más volvió a quedarse con lo que no era suyo.

FIN.

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