El secreto de Luna y la familia de Fernando
Había una vez un niño llamado Fernando, de 10 años, que le encantaba jugar en el bosque cerca de su casa. Pasaba horas explorando entre los árboles, observando a los animales y disfrutando de la naturaleza.
Un día, mientras caminaba por un sendero que nunca antes había explorado, se encontró con una cueva misteriosa. Intrigado, decidió entrar en la cueva y descubrió un pasadizo secreto que lo llevó a un mundo subterráneo lleno de criaturas mágicas.
Allí conoció a Luna, una hada pequeñita con alas brillantes y una risa contagiosa. "¡Hola! Soy Luna, ¿cómo te llamas?" -dijo la hada con entusiasmo. Fernando se presentó y pronto se hicieron amigos.
Luna le mostró todo su mundo subterráneo: jardines llenos de flores brillantes, ríos de agua cristalina y hasta un bosque encantado donde los árboles hablaban. "¿Cómo llegaste aquí?" -preguntó Fernando asombrado.
"Solo aquellos con un corazón puro pueden encontrar este lugar especial" -respondió Luna con una sonrisa. Los días pasaban volando mientras Fernando y Luna jugaban juntos, aprendiendo el uno del otro. Luna le enseñaba sobre la magia de la naturaleza y Fernando compartía historias sobre el mundo exterior.
Sin embargo, algo preocupaba a Fernando: extrañaba a su familia y temía que lo estuvieran buscando. Un día, mientras paseaban por el bosque encantado, escucharon voces familiares a lo lejos. Era la mamá de Fernando llamándolo desesperada.
"¡Fernando! ¡¿Dónde estás? !" -gritaba su mamá entre lágrimas. Fernando sintió un nudo en la garganta al darse cuenta del tiempo que había pasado sin avisar a su familia. Se despidió tristemente de Luna prometiéndole volver pronto y corrió hacia las voces conocidas.
Al salir de la cueva, se encontró abrazado por sus padres quienes lo habían estado buscando sin descanso. Lleno de emoción les contó sobre su aventura en el bosque y cómo había conocido a Luna en el mundo subterráneo.
A partir de ese día, Fernando siguió visitando el bosque pero siempre regresaba a casa antes del anochecer para estar junto a su familia.
Nunca olvidaría la lección aprendida: aunque es maravilloso explorar nuevos lugares y hacer amigos inesperados, siempre es importante mantenernos cerca de quienes nos aman y nos cuidan.
FIN.