El secreto de Margarita



En un hermoso jardín, todas las plantas vivían felices y contentas. Cada una de ellas tenía su función especial: algunas daban frutos deliciosos, otras brindaban sombra fresca y muchas más simplemente decoraban el lugar con sus hojas verdes.

Sin embargo, había una planta llamada Margarita que se sentía triste y desvalorizada. Margari- ¡Ay, qué triste estoy! Nadie parece notar lo especial que soy. Un día, llegó al jardín una hada madrina llamada Violeta.

Ella podía escuchar los pensamientos de las plantas y decidió acercarse a Margarita para ayudarla. Violeta- ¿Qué te sucede, querida Margarita? Veo que estás muy afligida. Margari- Es que siento que no tengo ninguna importancia en este jardín.

Las demás plantas son mucho más útiles y bonitas que yo. Violeta- ¡Oh, querida Margarita! No sabes lo especial que eres. Tú tienes la capacidad de dar vida a las flores más bellas y coloridas si tan solo crees en ti misma.

Margari- ¿De verdad? ¿Yo puedo hacer eso? Violeta asintió con una sonrisa cálida y comenzó a enseñarle a Margarita cómo cuidar sus pétalos y dejar fluir su energía para crear hermosas flores.

Poco a poco, Margarita fue recuperando la confianza en sí misma y empezó a esforzarse por convertirse en la mejor florista del jardín. Con el tiempo, las demás plantas comenzaron a notar el cambio en Margarita. Sus pétalos brillaban con colores vibrantes y su fragancia era embriagadora.

Todos se maravillaban al ver las increíbles creaciones florales que surgían de ella. Girasol- ¡Wow! ¡Margarita ha descubierto su verdadero potencial! Rosa- Sí, ahora comprendemos lo importante que es cada planta en este jardín.

Todos tenemos algo único que ofrecer. Las otras plantas empezaron a valorarse mutuamente y a trabajar juntas para embellecer aún más el jardín. La alegría regresó al lugar gracias al esfuerzo de Margarita por descubrir su verdadera importancia.

Y así, Margarita demostró que incluso la planta más humilde puede tener un papel fundamental si cree en sí misma y trabaja duro para desarrollar sus talentos únicos.

Desde entonces, todas las plantas del jardín aprendieron a valorarse mutuamente por igual, recordando siempre la lección de aquel día: todos tenemos importancia e influencia en nuestro entorno cuando nos esforzamos por ser lo mejor de nosotros mismos.

FIN.

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