El secreto de Panchito y la campana de Pavlov



Había una vez en el tranquilo pueblo de Villa Acuña, un perrito llamado Panchito. Panchito era un perro muy curioso y juguetón, que vivía en una colorida casita en la esquina de la calle.

Un día, Panchito descubrió algo muy extraño, cada vez que escuchaba el sonido de una campana, le daban su juguete favorito, un hueso delicioso.

Al principio, no entendía por qué le daban el hueso cuando sonaba la campana, pero luego se dio cuenta de que siempre ocurría lo mismo. -¿Por qué me dan un hueso cada vez que suena la campana? -, se preguntaba Panchito con curiosidad. Decidió preguntarle a sus amigos Mili la mariposa y Tito el gato, dos amigos que siempre estaban dispuestos a ayudarlo.

-Mili, Tito, ¿han notado que cada vez que suena la campana me dan un hueso? ¿Por qué creen que sucede eso? -, les preguntó Panchito. -No lo sé Panchito, pero suena interesante.

Quizás haya algo que explique esa extraña coincidencia-, respondió Mili con curiosidad. -Podríamos investigar un poco más para descubrirlo-, sugirió Tito con entusiasmo. Decidieron investigar Panchito, Mili y Tito para descubrir el misterio de la campana.

Empezaron a observar atentamente cuándo sonaba la campana y cuándo le daban el hueso a Panchito. Descubrieron que la campana sonaba justo antes de que el amable señor García le diera el hueso a Panchito. Es decir, la campana predecía la llegada del hueso.

Panchito, Mili y Tito habían descubierto involuntariamente un fenómeno que muchos años más tarde sería explicado por un famoso científico llamado Ivan Pavlov, quien lo llamó 'condicionamiento clásico'.

Panchito entendió que su reacción de felicidad al escuchar la campana era el resultado de una asociación entre el sonido y la comida. Comprendió que el sonido de la campana le recordaba la deliciosa recompensa que siempre lo esperaba.

A partir de ese día, Panchito, Mili y Tito no solo investigaron acerca del fenómeno, sino que también se convirtieron en expertos en condicionamiento clásico. Y así, con su curiosidad y determinación, lograron descubrir el secreto detrás de la campana de Pavlov.

Desde entonces, Panchito disfrutaba doblemente cada vez que sonaba la campana, pues sabía que no solo recibiría su hueso delicioso, sino que también había aprendido una gran lección sobre el maravilloso mundo del aprendizaje. Y colorín colorado, este cuento de Panchito, Mili y Tito y su gran descubrimiento ha terminado.

FIN.

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