El secreto de Toribio



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un niño travieso y encantador llamado Toribio.

Toribio era conocido por su risa contagiosa y por ser muy cariñoso con todos, pero también tenía un problemita: a veces se enojaba tanto que tiraba cosas. Un día, mientras jugaba con sus amigos en la plaza del pueblo, Toribio perdió en un juego de carreras y se enojó tanto que agarró una pelota y la lanzó lejos, rompiendo una ventana.

Todos se quedaron sorprendidos y tristes por lo sucedido. - ¡Toribio! ¡No puedes tirar cosas cuando te enojas! -le dijo su amiga Martina con preocupación. Toribio se sintió mal al ver la tristeza en los ojos de sus amigos.

Sabía que debía aprender a controlar sus emociones para no lastimar a nadie más. Decidió entonces pedir ayuda a la sabia anciana del pueblo, Doña Remedios. Doña Remedios era conocida por sus consejos sabios y su gran corazón.

Al escuchar el problema de Toribio, lo invitó a su casa y le dijo:- Querido Toribio, todos nos enojamos alguna vez, pero es importante aprender a manejar esa emoción para no lastimar a quienes nos rodean.

¿Te gustaría aprender algunas técnicas para controlar tu ira? Toribio asintió emocionado y dispuesto a cambiar.

Doña Remedios le enseñó diferentes estrategias como contar hasta diez antes de reaccionar, respirar profundamente o hablar sobre lo que sentía en lugar de explotar de furia. Los días pasaron y Toribio puso en práctica todo lo aprendido. Cuando sentía que la rabia crecía dentro de él, recordaba las palabras de Doña Remedios y buscaba una manera positiva de expresar lo que sentía.

Una tarde, mientras jugaba fútbol con sus amigos, Toribio recibió una falta muy fuerte que lo hizo enfurecerse.

En lugar de responder con violencia como solía hacerlo antes, decidió detenerse, respirar hondo y hablar con calma:- Chicos, me dolió mucho esa falta... ¿Podemos jugar más tranquilos? Sus amigos asintieron sorprendidos por el cambio en el comportamiento de Toribio.

Desde ese día, el pequeño aprendió a controlar sus emociones gracias al amoroso apoyo de Doña Remedios y al esfuerzo constante por mejorar. Poco a poco, Villa Alegre volvió a ser un lugar lleno de risas y alegría gracias al ejemplo inspirador de Toribio.

Todos aprendieron que incluso cuando las cosas parecen difíciles, siempre hay una manera positiva de enfrentar los problemas si se hace desde el corazón.

Y así fue como Toribio descubrió que ser valiente no significaba nunca sentir miedo o rabia; ser valiente significaba reconocer esas emociones e intentar superarlas con amor y paciencia hacia uno mismo y hacia los demás.

FIN.

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