El secreto de Verdeleón



Había una vez, en un bosque encantado rodeado de árboles altos y frondosos, un grupo de niños curiosos que decidieron aventurarse en busca de aventuras.

Entre risas y juegos, caminaban por el sendero cuando de repente, se encontraron con una casita muy peculiar. La casita era pequeña y estaba hecha de madera y hojas secas. En su puerta había un letrero que decía: "Aquí vive el Ser Fantástico amante de la naturaleza".

Los niños se miraron sorprendidos y emocionados al mismo tiempo. Decidieron llamar a la puerta y esperar. De repente, la puerta se abrió lentamente y apareció ante ellos un ser extraordinario.

Tenía ojos brillantes como estrellas, piel verdosa como las hojas de los árboles y una sonrisa cálida que iluminaba todo a su alrededor. "¡Hola, pequeños exploradores! Soy Verdeleón, el guardián del bosque", dijo el Ser Fantástico con alegría. Los niños no podían creer lo que veían.

Habían encontrado a un ser mágico que vivía en armonía con la naturaleza.

Verdeleón les invitó a pasar a su casita y les contó historias maravillosas sobre los secretos del bosque, los animales que lo habitaban y la importancia de cuidar el medio ambiente. "¿Quieren conocer a mis amigos del bosque?" -preguntó Verdeleón entusiasmado. Los niños asintieron emocionados y siguieron al Ser Fantástico por un camino lleno de flores silvestres hasta llegar a un claro donde se encontraban varios animales jugando juntos.

Había conejos saltarines, pájaros cantores, mariposas coloridas y hasta un zorro curioso. Verdeleón les enseñó cómo respetar a los animales salvajes, cómo plantar árboles para proteger el bosque y cómo reciclar para mantener limpio el entorno natural.

Los niños aprendieron mucho ese día junto al Ser Fantástico y prometieron volver para ayudarlo en su misión de proteger la naturaleza.

Con el atardecer pintando el cielo de colores cálidos, los niños se despidieron de Verdeleón con gratitud en sus corazones. Habían descubierto que la magia no solo está en los cuentos sino también en cada rincón del mundo natural que nos rodea.

Desde aquel día, los niños visitaban regularmente al Ser Fantástico en su casita del monte para aprender más sobre la importancia de cuidar nuestro hogar común: la Tierra. Y así, entre risas y abrazos, construyeron una amistad eterna basada en el amor por la naturaleza y todos sus habitantes.

FIN.

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