El Secreto del Árbol Dorado



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una niña llamada Ana. Ana era conocida por su curiosidad inagotable y su amor por la aventura. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, se topó con un árbol gigante, cuyas hojas brillaban como oro bajo el sol. Al acercarse, se dio cuenta de que el árbol parecía estar susurrando.

- ‘Hola, árbol’, dijo Ana con una mezcla de asombro y temor. ‘¿Te llamás de alguna manera? ’

El árbol se estremeció suavemente, y una voz profunda resonó entre sus ramas.

- ‘Soy el Árbol Sabio. Solo comparto mis secretos con aquellos que demuestran ser honestos de corazón’.

Intrigada, Ana decidió que quería saber más.

- ‘¿Qué debo hacer para ganarme tu confianza? ’

- ‘Debes enfrentar tres pruebas’, respondió el Árbol Sabio. ‘Cada desafío pondrá a prueba tu sinceridad. El primero es cumplir tres promesas que hagas hoy’.

Ana pensó durante un momento y se dijo a sí misma que eso sería fácil. ¡Podía prometer cualquier cosa! Entonces, a la salida del bosque, se encontró con sus amigos.

- ‘¡Ana! ¿Nos acompañás a jugar al río? ’ preguntó Mateo.

- ‘Sí, pero…’

Ana recordó su promesa al árbol y se detuvo.

- ‘Pero prometeré que no me alejaré de ustedes y regresaré a casa a tiempo’, dijo, sintiéndose un poco nerviosa.

Sus amigos sonrieron, y juntos jugaron en el agua. Sin embargo, cuando empezó a oscurecer, se dio cuenta de que no podía volver a tiempo. Temiendo decepcionar a sus padres, decidió que no le diría nada. Esa noche, su corazón se apesadumbró, y buscó el sueño, pero sintió que algo andaba mal.

Al día siguiente, desesperada por cumplir con su primera promesa, volvió a encontrarse con el Árbol Sabio.

- ‘¿Pudiste cumplir con tu promesa? ’ preguntó el árbol.

- ‘Sí, claro…’ comenzó Ana, pero su voz se fue desvaneciendo.

- ‘Tu corazón no miente, Ana. ¿Te has sentido sincera? ’

Ana entendió que había roto la promesa, queriendo evitar conflictos.

- ‘Lo siento, Árbol. Me dejé llevar por el miedo y no fui honesta’.

- ‘La honestidad empieza con uno mismo, acepta tus errores y permite que la verdad te guíe’.

Ana decidió que iba a enfrentar su error con valentía. Al llegar a casa, confesó a sus padres lo que había pasado.

- ‘Nos alegra que seas sincera, Ana’, dijeron aliviados. ‘Cada uno de nosotros comete errores, pero lo importante es aprender de ellos’.

Reconfortada, Ana volvió al Árbol Sabio. **- ‘Estoy lista para la segunda prueba’**. El árbol asintió.

- **‘Debes ayudar a alguien que necesite tu apoyo’**.

Esa tarde, Ana se encontró con una anciana que vivía sola.

- **‘Hola, señora. ¿Puedo ayudarla con algo? ’**

La anciana sonrió, agradecida.

- **‘¡Por supuesto! Mi jardín necesita agua, pero ya no tengo fuerzas’.**

Ana, recordando a su nuevo amigo, la ayudó con gusto. Muchas veces dudó, pero su sinceridad no tuvo precio al ver la alegría en el rostro de la anciana.

Cuando terminó, se sintió satisfecha y renovada. Entonces regresó al Árbol Sabio.

- **‘He ayudado a la señora, he sido honesta y sincera con mis sentimientos’**.

- **‘Has superado la segunda prueba. Última prueba: ¿podrás enfrentarte a tu mayor miedo? ’**

Ana sintió un nudo en el estómago. **- ‘No sé si puedo’**.

- **‘Debes hacerlo. La honestidad es también enfrentarse a las verdades que tememos’**.

Entonces recordó que había un espectáculo de talentos en el pueblo, en el que siempre había querido participar, pero el miedo al fracaso la había paralizado. Sin más opción, se inscribió y ensayó una canción.

**- ‘¿Querés cantar junta en el escenario? ’** le preguntó Mateo.

**- ‘¿Pero yo estoy muy nerviosa? ’**.

- **‘La honestidad en esa voz te llevará lejos’**.

Finalmente, Ana se armó de valor y subió al escenario. Cuando comenzó a cantar, se sintió liberada. La voz que salió de su corazón fue increíblemente honesta.

Al terminar, el público estalló en aplausos. Realmente había triunfado al enfrentarse a su miedo. Regresando con el Árbol Sabio, estaba lista para aprender su secreto.

- **‘¿He cumplido con todas mis pruebas? ’**

- **‘Sí, Ana. Aprendiste que la honestidad no solo te define, sino que te libera’**.

De repente, las hojas doradas del árbol brillaron aún más intensamente.

- **‘El mayor secreto que guardo es que la verdadera tesorería está en ser sincera contigo misma y con los demás’**.

Ana sonrió, no solo porque había triunfado, sino porque había aprendido el verdadero valor de ser honesta. Desde ese día, siempre compartió sus pensamientos con verdad y jamás se olvidó del Árbol Sabio que la enseñó a ser honesta.

Y así, el árbol brilló aún más intensamente, sabiendo que había ganando una nueva amiga con un corazón sincero. Ana contaba su historia de amistades y aventuras, recordando siempre recibir con amor y sinceridad a quienes la rodeaban, siendo su esencia la verdadera magia del árbol dorado.

FIN.

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