El secreto del árbol sabio



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, un niño llamado Tomás que amaba explorar la naturaleza. Pasaba sus días reagarrando piedras brillantes, observando mariposas y escuchando el canto de los pájaros.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un árbol muy especial. El árbol era enorme, con raíces retorcidas y ramas que se extendían hacia el cielo. Parecía emanar una energía mágica que atraía a Tomás hacia él.

Intrigado, se acercó lentamente y puso su mano en el tronco rugoso. - ¡Hola! -dijo una voz suave y profunda. Tomás dio un salto de sorpresa y miró a su alrededor sin ver a nadie.

- Soy yo, el árbol -dijo la voz nuevamente. Tomás parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que era el árbol quien hablaba.

Emocionado, exclamó:- ¡Wow! ¿Los árboles pueden hablar? - Claro que sí, aunque pocos humanos son capaces de escucharnos -respondió el árbol-. He estado aquí mucho tiempo observando cómo los seres humanos tratan a la naturaleza. Tomás frunció el ceño, pensativo. - ¿Y cómo nos ven los árboles? -preguntó curioso.

El árbol suspiró antes de responder:- Algunos seres humanos respetan y cuidan la naturaleza como tú lo haces al recolectar piedras o admirar las mariposas. Pero otros no valoran nuestro hogar y lo dañan sin pensar en las consecuencias.

Tomás sintió un nudo en la garganta al imaginar la belleza natural siendo destruida por la irresponsabilidad humana. - Quiero ayudar -dijo determinado-. Enséñame cómo puedo proteger la naturaleza. El árbol sonrió (aunque Tomás no podía verlo) y le dijo:- Primero debes aprender a escuchar a la naturaleza.

Ella te guiará en cada paso que des para protegerla. Ahora ve y comparte este mensaje con todos los que puedas alcanzar. Con renovada energía, Tomás regresó al pueblo y compartió su experiencia con amigos, vecinos e incluso extraños.

Les habló sobre la importancia de respetar y cuidar la naturaleza para garantizar un futuro sostenible para todos los seres vivos del planeta Tierra.

Poco a poco, gracias al esfuerzo de Tomás y aquel encuentro mágico con el sabio árbol, las personas comenzaron a cambiar sus hábitos. Plantaron más árboles, limpiaron ríos contaminados y protegieron a los animales en peligro de extinción. El pueblo floreció junto con la naturaleza que lo rodeaba.

Y así fue como Tomás descubrió que la verdadera magia reside en nuestra conexión con la naturaleza; una relación sagrada que debemos honrar si queremos seguir prosperando juntos en armonía.

FIN.

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