El secreto del arcoíris



Había una vez, en un bosque encantado, tres ardillas muy curiosas y aventureras: Alvin, Simón y Teodoro. Los tres amigos eran inseparables y les encantaba explorar juntos cada rincón del bosque.

Un día soleado de primavera, mientras jugaban entre los árboles, escucharon un rumor emocionante que venía del otro lado de la colina. Intrigados, decidieron ir a descubrir qué era lo que tanto llamaba su atención. Así que se pusieron en marcha con entusiasmo.

Al llegar a la cima de la colina, se encontraron con una sorpresa maravillosa: ¡un arcoíris brillaba intensamente en el cielo! Las ardillas nunca habían visto algo tan hermoso y mágico.

Estaban maravilladas por los colores vivos que se extendían sobre el horizonte. "¡Qué espectáculo tan increíble!", exclamó Alvin con los ojos brillantes de emoción. "Es como si el cielo nos estuviera regalando un tesoro", dijo Simón admirando el arcoíris.

"Nunca había imaginado algo tan bello", susurró Teodoro con asombro. Las ardillas decidieron seguir el arcoíris hasta encontrar su final. Estaban seguras de que allí descubrirían algo especial. Así que comenzaron su travesía siguiendo los vibrantes colores del arcoíris a través del bosque.

Caminaron durante horas, sorteando obstáculos y disfrutando de la naturaleza que los rodeaba. Pero cuando pensaban que estaban cerca de alcanzar el final del arcoíris, éste parecía alejarse aún más.

Las ardillas empezaron a desanimarse al ver cómo su meta se volvía inalcanzable. Fue entonces cuando Alvin tuvo una idea brillante: recordó las palabras sabias de su abuelita Ardilla, quien siempre le decía que lo más valioso no es siempre lo más visible a simple vista.

Con esta reflexión en mente, Alvin propuso a sus amigos buscar algo especial en lugar de perseguir solo el final del arcoíris.

Los tres amigos cambiaron su enfoque y comenzaron a buscar detalles sorprendentes en el camino: flores coloridas, mariposas danzando entre las ramas e incluso pequeños animales juguetones. Descubrieron que la verdadera magia estaba en disfrutar cada momento juntos y apreciar las maravillas cotidianas del bosque.

Finalmente entendieron que no necesitaban llegar al final del arcoíris para encontrar la felicidad; esta radicaba en valorar lo que tenían frente a ellos y compartir momentos especiales como verdaderos amigos.

Así terminó este día inolvidable para Alvin, Simón y Teodoro: aprendiendo juntos una importante lección sobre la belleza de las cosas simples y la importancia de estar presentes el uno para el otro en cada paso del camino dentro de ese hermoso bosque lleno de árboles altos y colinas verdes donde vivían estas tres adorables ardillitas amigas para siempre.

FIN.

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