El secreto del arcoíris de Elizabeth
Elizabeth se despertó con el sonido de la lluvia golpeando su ventana. Miró hacia afuera y vio las gotas caer en el jardín, formando charcos en el suelo.
Un suspiro escapó de sus labios mientras pensaba en tener que ir a la escuela bajo esa lluvia fría de abril. "¡Mamá, no quiero ir a la escuela hoy! ¡Está lloviendo y no me gusta mojarme!", exclamó Elizabeth con tono triste.
Su mamá entró en su habitación con una sonrisa cálida y le dijo: "Lo sé, cariño, pero recuerda que la escuela es importante. A veces tenemos que hacer cosas que no nos gustan mucho". Elizabeth asintió con resignación, sabiendo que su mamá tenía razón.
Se vistió lentamente, poniéndose su abrigo amarillo brillante y agarrando su paraguas con dibujos de arcoíris. Caminaron juntas hacia la escuela bajo la fina lluvia, las gotas golpeando los paraguas creando un ritmo constante.
Elizabeth seguía sintiéndose triste por tener que ir a la escuela en ese día gris y húmedo. Al llegar a la escuela, se encontraron con la maestra Laura esperándolos en la puerta.
Ella notó la expresión triste de Elizabeth y se acercó a ella con una sonrisa comprensiva. "¿Qué pasa, Elizabeth? ¿Por qué estás tan triste hoy?", preguntó cariñosamente la maestra Laura. "No quería venir a clase porque está lloviendo y me siento triste", respondió Elizabeth con voz temblorosa.
La maestra Laura le dio un abrazo reconfortante y le dijo: "A veces los días grises pueden traer sorpresas maravillosas si les damos una oportunidad. ¿Qué tal si entramos juntas a clase y descubrimos qué nos depara este día lluvioso?".
Elizabeth se secó las lágrimas y asintió tímidamente. Entraron juntas al salón de clases, donde los compañeros estaban emocionados por el día lluvioso.
La maestra Laura propuso hacer un experimento científico sobre cómo se forman los arcoíris cuando sale el sol después de llover. Todos los niños se entusiasmaron con la idea e hicieron el experimento juntos, observando maravillados cómo los colores del arcoíris aparecían ante sus ojos. Elizabeth sonreía ampliamente al ver aquella hermosa manifestación natural frente a ella.
Al final del día, cuando salieron de clases, el sol comenzaba a asomarse entre las nubes grises y tímidamente iluminaba el patio de juegos lleno de charcos brillantes por la lluvia reciente.
"¿Ves, Elizabeth? A veces hay belleza incluso en los días más grises", dijo la maestra Laura señalando hacia el cielo donde un arcoíris empezaba a formarse.
Elizabeth miró maravillada aquel arco multicolor pintado en el cielo y comprendió que aunque haya días difíciles o tristes siempre hay algo hermoso para descubrir si mantenemos nuestros corazones abiertos a nuevas experiencias.
Desde ese día, cada vez que veía llover recordaba aquella mañana especial en la escuela donde aprendió que incluso bajo la lluvia más fuerte siempre puede salir un rayito de sol para iluminar nuestro camino.
FIN.