El secreto del baile del tamunangue




Había una vez en un hermoso pueblo de Venezuela, un niño llamado Miguel que estaba fascinado por el baile del tamunangue, una tradición folklórica de su estado Lara.

Miguel siempre observaba a los adultos danzar con gracia y alegría al ritmo de la música tradicional, pero nunca se le permitía unirse a ellos. Un día, decidió buscar al legendario Don Juan, el maestro del tamunangue, para pedirle que le enseñara el baile.

-¿Don Juan, por favor, me enseñaría a bailar el tamunangue? -le suplicó Miguel con entusiasmo. Don Juan, sorprendido por la determinación del niño, decidió aceptar el reto. Pero le advirtió a Miguel que para dominar el baile debía superar tres pruebas: la paciencia, la dedicación y la humildad.

Miguel, emocionado, aceptó el desafío y se dispuso a aprender todo lo que Don Juan le enseñara. Día tras día, Miguel practicaba con esmero cada paso, cada giro y cada movimiento, siempre recordando las palabras de Don Juan.

Finalmente, llegó el día en que Miguel debía demostrar todo lo que había aprendido. Con el corazón latiéndole de emoción, se paró frente a la comunidad y comenzó a bailar con la música ancestral.

Con gracia y pasión, Miguel realizó cada paso, recordando las enseñanzas de Don Juan. La gente quedó maravillada al ver al joven Miguel dominando el baile del tamunangue.

Don Juan, orgulloso, lo abrazó con ternura y le dijo: -Has superado las pruebas, pero recuerda siempre que la humildad, la paciencia y la dedicación son las verdaderas llaves para dominar cualquier arte.

Desde ese día, Miguel se convirtió en un símbolo de inspiración para los niños del pueblo, demostrando que con esfuerzo y determinación, cualquier tradición puede ser honrada y preservada. Y así, el baile del tamunangue continuó siendo una hermosa manifestación de la cultura venezolana, transmitida de generación en generación.

FIN.

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