El Secreto del Bosque Encantado
Era una noche oscura en el bosque, donde la luna brillaba como un faro en medio de la penumbra. Dos jóvenes, Sofía y Tomás, se habían aventurado en su primer paseo nocturno juntos. Sus corazones latían con fuerza mientras caminaban entre los árboles susurrantes, llenos de vida y misterio.
"Mirá qué hermosa se ve la luna, parece que está sonriendo", dijo Sofía, mientras sus ojos brillaban de emoción.
"Sí, es mágica. ¡Como el momento!", respondió Tomás, acercándose un poco más a ella.
Sus manos se encontraron tímidamente, y un escalofrío recorrió sus cuerpos al tocarse. Era un instante lleno de ternura. Sin embargo, en la penumbra, alguien los observaba desde la distancia.
Era Bruno, el árbol sabio del bosque, conocido por todos los animales, pero muy poco por los humanos. Bruno había estado entre ellos durante años, escuchando sus risas y preocupaciones, pero nunca había tenido la oportunidad de hablarles. Era un espectador silencioso de su alegría y tristeza, y en esa noche especial, sentía que debía actuar.
Mientras Sofía y Tomás se acercaban más el uno al otro, Bruno susurró entre las hojas:** "No dejen que el miedo los separe. El amor es puro y debe ser compartido."
Los jóvenes no entendían de dónde venían esas voces suaves, pero Sofía miró alrededor, sintiendo que alguien los observaba.
"¿Escuchaste eso, Tomás? Suena como... como si el bosque estuviera hablando".
"Tal vez sea solo nuestra imaginación, pero sería increíble si el bosque tuviera vida".
Bruno, al escuchar sus palabras, decidió mostrarse. Con un suave crujido, una de sus ramas se movió y, lentamente, una cara apareció en el tronco del árbol.
"¡Hola, jóvenes amantes! Soy Bruno, el árbol sabio. Siempre he estado aquí, pero jamás me había animado a hablarles. Estoy emocionado de ver el amor florecer en este bosque."
Sofía y Tomás se quedaron boquiabiertos.
"¿Un árbol que habla? ¡Esto es increíble!" gritó Sofía, olvidando su timidez.
"Yo pensé que sólo era un cuento de hadas", dijo Tomás, dejando a un lado su asombro.
Bruno sonrió con sus hojas brillantes, que centelleaban al reflejar la luz de la luna.
"El amor es un regalo poderoso. No dejen que el miedo, la duda o la vergüenza se interpongan entre ustedes. Compartir sus sentimientos es esencial, y nunca deben olvidar que la verdadera amistad también es parte del amor."
Sofía miró a Tomás y asintió, sintiendo que tenía razón. Sin embargo, una sombra se dibujó en su rostro.
"Pero, Bruno, a veces siento que no sé cómo expresarlo".
"Los sueños y las palabras vienen del corazón. Todo lo que necesitan hacer es ser sinceros.
Y nunca olviden que como en el bosque, la naturaleza tiene sus estaciones. El amor también tiene sus etapas. La paciencia es clave".
Tomás sacudió la cabeza, entendiendo lo que Bruno quería decir.
"Entonces, ¿podremos hablar y compartir nuestros sentimientos sin miedo?" preguntó.
"Exactamente. Andre a su historia juntos y verán cómo cada parte crecerá como los árboles de este bosque, siempre reconociendo una base sólida de amistad primero. ¡Dejen que su amor florezca!".
Con esas palabras, Sofía y Tomás se miraron a los ojos, sintiendo que cada palabra resonaba en sus corazones.
"Te quiero, Sofía" dijo Tomás, con voz suave.
"Y yo a vos, Tomás. Gracias, Bruno", respondieron ambos al unísono, sonriendo.
Bruno se sintió feliz, sabiendo que había cumplido con su misión como guardián del bosque. Nadie debía olvidar que el verdadero amor crece en la confianza y el respeto.
Y así, en una noche llena de magia, el amor de Sofía y Tomás floreció como las flores silvestres bajo la luz de la luna, mientras Bruno observaba desde su lugar, satisfecho de que el bosque seguiría teniendo historias hermosas que contar.
FIN.